sábado, diciembre 31, 2005

qué tontería

Mi pasado más oscuro está en dvd.

Juan Andrés me acaba de entregar, hace casi tres horas, los capítulos de nuestros días de tele. Fue raro ver todo de nuevo, cuando ya han pasado dos años desde que me vestí de negro y flores y me colgué al hombro un bolso morado a ver qué pasaba.

Pasaron muchas cosas.

Primero, aprendí que los demás siempre van a tener una opinión de mí, y nunca va a dejar de ser sesgada, para bien o para mal. Uno sólo ve lo que quiere ver.

Segundo, me enamoré. Filo, a Claudio, el gran amor de mi vida, lo conocí en un programa con Álvaro Ballero y qué. Lo vi y desapareció el mundo. No existía nada más. Después me perdí, obvio, nos perdimos y dejamos que se todo perdiera con nosotros.

Tercero, comprendí que no estoy dispuesta a exponerme. Que por mucho que ame las cámaras, porque es una sensación que no puedo explicar, estar en el momento y el lugar preciso, brillando, no puedo con lo que implica. Los gritos en la calle y en la universidad, las opiniones en los foros, que soy tonta, fea, fácil, pendeja, vendida, da lo mismo. Es un tema que me supera.

Cuarto, me encanta firmar autógrafos. Es lo mejor. Para equis, con cariño, besos. Y esa sonrisa que me cierra mucho los ojos y hace que me den ganas de saludar mientras camino. La vida es una pasarela.

Quinto, no me arrepiento de nada. No siento que tenga que dar explicaciones ni excusas.

Sí, es mi pasado más oscuro.
Pero sólo porque después de él, empezó mi presente más brillante.

viernes, diciembre 30, 2005

get up, stand up

Odio el transantiago.

En la tarde fuimos con la chica a comprar el regalo de cumpleaños de la Toña y de repente me di cuenta de que ahora andar en micro es casi igual de fome que andar en metro, si no fuera por el paisaje. Ya nadie se sube a cantar ni a vender helados ni a ofrecer sólo por hoy esta espectacular oferta que me ha encargado la importadora, señor, señorita, una moneda por favor, apoyemos al arte y la cultura en la calle, teatro, monólogos, guitarras y voces que a veces tiritan. Nada. Silencio. No hay saltos ni frenadas bruscas. No hay me lleva por cien, aunque a veces igual funciona. No hay cumbias ni banderas ni peluches colgando ni Dios es mi copiloto. Ya las micros no paran donde no deben, ni aceleran a más de 50 kilómetros por hora, ni abren las puertas para que cuando están demasiado llenas se pueda respirar.

El transantiago es más limpio, más seguro, más de colores.
En menos de un año, ya no habrá micros amarillas.
Un minuto de silencio por el espacio perdido.

jueves, diciembre 29, 2005

trátame suavemente

Hoy carretié con la Siri.

Lo pasé increíble, fuimos a un pub en Manuel Montt donde alguna vez me quedé dormida celebrando mi cumpleaños después de trabajar todo el día y como a la una nos juntamos en su casa con la Tere y la Toña. Hablamos de todo. De la vida. Hace mucho que no nos sentábamos sin zapatos frente a una bandeja de galletitas. Recién llego a mi pieza, doce horas después de que me pasara a buscar Pato para llevarme a Parque Arauco.

Hoy comprendí algo.

Esta vez, no es llegar y besar a cualquier persona, ni a alguna en particular. No se trata sólo de estar dispuesta a vivirlo todo sin miedo. Esta vez, se trata de vivir de a dos. De sentirme, yo también, querida. Porque ya no es esa necesidad de compañía que me arrastraba a buscar excusas para pensar en alguien. Esta vez sé que puedo estar sola y ser feliz y sentirme plena. Que quiero una pareja para tratar con amor, no para competir ni demostrar nada. Para ser yo y que sea él, nada más. Esta vez, no estoy dispuesta a una relación unilateral. Esta vez siento que valgo mucho más que lo que alguien esté dispuesto a dar por mí.

Hoy, todo tiene un sabor más dulce.

Vi a Sebastián en la tarde, me lo encontré en Starbucks. Fue raro. Me puse nerviosa y todo eso, con la tendencia absurda a meter las manos en los bolsillos del pantalón, poner un pie un poco adelante del otro y mirar directo a los ojos, así no se nota que tirito mientras hablo. Pero fue bueno. Marca un fin que, de cualquier forma, ya tenía asumido. Me hace recordarlo sin pena, con sonrisas.

Hoy fui otra vez al gimnasio, comí alfajores con manjar, me tomé un frappuccino de mocha blanco con frambuesa y un té verde, canté toda la tarde mientras trabajaba y mi hermana me llamó para decirme la primera parte de la canción de 'protagonistas de la fama' porque no me lograba acordar y ya estaba media traumada.

Fue un día lindo. Dormí bien, almorzamos en la terraza y hubo sol.

miércoles, diciembre 28, 2005

if you're gone

Quizá no es llegar un día y decir oye, te echo de menos, quiero verte ahora y decirte cosas.

Pero quizá es.

Hoy hablé con Claudio por msn. Sé que el tarot me advirtió. Filo, si no me arriesgo qué, me paso la vida esperando que sea el momento correcto. Y los momentos correctos no existen. Todo es cuando debe ser.

Qué quiero, no sé. Quiero verlo. Mirarlo a los ojos. Conversar. Explicarle que ahora comprendo tantas cosas, que toda mi historia con Sebastián me hizo vivir un mundo nuevo y brillar, que ya no tengo miedo, ni rabia, ni pena, que mis heridas abiertas son cada vez menos. No sé qué va a pasar ni me importa. Sólo siento que que mi vida es frágil pero fuerte y que mi tarea es luchar por mí.

También fui al gimnasio. Increíble. Aunque claramente no voy a adoptar la forma de alimentación que proponen en ese centro de fabricar fisicoculturistas y modelos, liberar endorfinas me hizo bien. Mañana voy de nuevo, de todas maneras. Un tipo muy simpático me midió todo y me dijo que mi cuerpo era graso. Me dio risa.

Tuve que entrar con mi mamá a la sicóloga de la chica. Estábamos las tres ahí sentadas frente a esta señora que yo recordaba bastante menos sabia hace años, cuando me llevaron para estar seguros que no tenía daño emocional irreparable por el abandono de mi papá. Y pasó. Por un minuto, hablamos. La chica y mi mamá lloraron, yo no. Me acordé de cuando tenía trece. Le conté a mi hermana lo que me pasaba a mí, porque es todo lo que conozco. Creo que cada uno debe vivir sus procesos. Después ya no hablamos más, obvio. Mi mamá y sus barreras cuando se siente atacada.

Escucho cantar a los pajaritos, pero no ha empezado a ser de día.
Me puse mi pijama nuevo.
A ver si leo un poco antes de dormir.

martes, diciembre 27, 2005

nada fue un error

Me acabo de levantar.

A las diez de la mañana llamé a Pelao al Starbucks y le pregunté si de verdad me necesitaba. Y no. Así que me quedé en cama viendo películas malas y pedazos de matinales. Comí galletitas con mermelada y tomé té con mucha azúcar, igual que cuando era chica y me sentía mal. Leí capítulos de 'mujeres que corren con los lobos'. Miré el techo, me dí vueltas hasta que enredé las sábanas, dormí un poco más.

Ahora sonrío.
Planeo mis vacaciones.
Escucho música fuerte y tengo ganas de bailar.

tears in heaven

Acabo de escuchar pasos en la puerta de mi pieza.

Son las dos de la mañana y hace poco se fue casi todo el team Starbucks Parque Arauco del carrete que hicimos para entregar los regalos de amigo secreto. Tengo la garganta un poco apretada. Los ojos que me arden y me brillan. Las manos manchadas con carbón. Tengo ganas de llorar a gritos sin explicaciones. Un abrazo. Que se me quite ese gesto de la cara que aparece siempre cuando son demasiadas lágrimas.

No sé por qué estoy triste.

Quiero acostarme a dormir y despertar en marzo.
Dejar de darle vueltas a todo.
Saber que sigo creyendo.

lunes, diciembre 26, 2005

somebody to love

Necesito tiempo.

Acostarme al sol a leer otra vez 'mujeres que corren con los lobos'. No tener que cumplir horario de entrada y salida, con firmas en el libro de asistencia. Saber que puedo dormir sin despertador, hasta que se me acabe el sueño. Ir a caminar por el centro, entrar a algún café y pasarme la tarde en nada, sola.

A veces necesito estar sola.

Sin ruido, ni música, ni películas. Sin tratar de concluir en quién me gustaría estar pensando. Ese silencio que encontraba de repente en el sur, cuando fui a ver a Claudio el verano pasado. O hace poco, mientras construía en el invierno y se hacía de noche y nos acostábamos en la carretera a mirar las estrellas.

Hoy, necesito estar sola acompañada. Con alguien al lado que busque lo mismo. Saber que no es incómodo no decir nada, sino, al contrario, que ésa es la magia que no se puede romper. Me falta, y me falta mucho, hablar sin palabras. Un abrazo cuando tengo frío. Compartir lo cotidiano, cocinar de a dos, ver pasar los domingos en la tarde.

Filo, eso.
Nostalgia de fin de año.
Y mil ganas de comer chocolate.

domingo, diciembre 25, 2005

noche de paz

En navidad, me dan ganas de ser buena.

De comprometerme a hacer cosas, volver a formar parte del coro de la parroquia, pasar mis vacaciones completas construyendo en algún lugar perdido, entregar todo lo que tengo a los pobres y cocinar galletas con forma de angelitos por el resto de la vida.

Pero en navidad también sonrío mucho más. Sinceramente. Es esa sensación de estar bien, de no necesitar nada, la Anunciación completa cantando noche de paz, fuerte, y aplaudiendo porque nació Jesús.

También dar y recibir regalos, buscar al viejo pascuero aunque este año no están mis sobrinos, comer en familia, acostarme sabiendo que voy a soñar sueños lindos.

En navidad, me pasan cosas. El mundo tiene más colores. Nada deja de asombrarme.

Algo que admiro de la religión católica es que su salvador es un niño. Jesusito envuelto en pañales, en un pesebre de Belén. Es mi celebración preferida. El cumpleaños de mi mejor amigo.

En la tarde trabajé. Felipe me regaló un compact, y me traje un galletón de chocolate. Después fui a misa con la chica. Estuvo preciosa.

En navidad, sigo siendo una niñita.
Quizá siempre.
Pero hoy se nota un poco más.

jueves, diciembre 22, 2005

rescate novecientos once

Ayer amenazaron a la nana de la casa de al frente.

Un hombre se acercó a ella cuando salió a botar la basura, le puso una pistola en la espalda y la obligó a entrar. Era moreno, de pelo corto y usaba terno a rayas con corbata roja.

Cuando yo llegué a mi casa de vuelta del casting, mi calle estaba llena de autos de empresas de alarma, y de carabineros, y de guardias municipales. Me acerqué a uno de anteojos. Me contó que el tipo no alcanzó a robar nada y salió corriendo Martín de Zamora arriba.

Qué miedo.
Siempre pienso que me va a pasar.

Que alguien me va a disparar en la micro, antes de suicidarse. Que voy a estar en medio de una balacera narcotraficante sin darme cuenta de cómo llegué, hasta que muera. Que mientras camino de noche alguien me sigue porque ya estudió todos mis pasos y mi rutina y sólo espera a que esté un poco más oscuro, o a pasar cerca de un pasaje, para taparme la boca y encañonarme. Que un cliente va a estar de pie enfrente de mi caja y en vez de pedir un café, me va a pegar un tiro.

No es miedo a la muerte. Es no ser capaz de concebir cuánto me afectaría una situación así en realidad. Darme cuenta de que seguro los diálogos que imagino y me salvan de cualquier tipo de ataque, como cuando una vez le dije señor al ladrón del sur y me devolvió mis cosas, no llegarían a ser reales porque el pánico me paralizaría. Es la idea del dolor. No saber hasta qué punto se siente y cuándo es tanto que se deja de sentir. Es ese momento a merced de alguien más, indefensa, nadie.

Mi mente me domina.
Me cuesta distinguir lo real de lo imaginario.
Ni siquiera estoy segura de que haya alguna diferencia.

miércoles, diciembre 21, 2005

casi famosa

Genial.

Hace poco pasé mucho rato sentada en una salita llena de gente, Manuel Montt, esperando a ver si participaba de un casting. Hasta que me enteré que era en bikini. Cero ganas de desfilar frente a una cámara mostrando mi cuerpo mientras preguntaba por qué mejor no nos tomábamos unas cervezas. Pero me reí mil horas.

Había personas muy normales, un grupo de amigas que me recordaron a las mías, unos tipos buena onda que hablaban de cómo habían quedado ya antes de entrar a la prueba de cámara y esas cosas. Pero también había demasiados homosexuales no asumidos (cero rollo con los gays, pero odio esa horrible costumbre de las pantallas) y minas recién salidas de una peluquería y un solarium que no sabían dejar de estar serias y mirarse al espejo.

Me reí de lo absurdo que parecía todo. De esa manía de convertir el cuerpo en un montón de huesos con silicona. Del comentario de una de las chicas de tevé: 'pensar que estudio periodismo y no puedo aprenderme este diálogo'. De un fisicoculturista de ojos azules que sólo había llevado zunga porque había olvidado el traje de baño.

Son escenarios que, en cierta forma, me hacen recordar por qué yo soy como soy. Y es más que porque no quiero ser como ellos. Es porque he aprendido que la belleza no radica en qué tanta homogeinización logremos (en cuerpos, en caras, en letras), sino, al contrario, en la diversidad que constituye al ser humano. Siendo yo, soy perfecta. Nadie será mejor yo que yo misma.

Me sentí linda.
Brillando.
Se está haciendo de noche.

martes, diciembre 20, 2005

la salida es por acá

Carrete Starbucks.

Hace tiempo que no iba a uno, quizá, incluso, lo estaba evitando qué sé yo por qué. Al final lo pasé bien. Conversé de la vida, del trabajo, obvio, tema ineludible, y del colegio con la Elisa porque aunque no somos de la misma generación compartimos muchos recuerdos. Mi principal motivo para ir fue despedirme de Miguel antes de su viaje a Iquique hasta marzo.

Vengo llegando y me tengo que levantar en un ratito para ir de nuevo a vestirme de negro y verde. Ya no queda nada. Dos semanas, un poco menos, para dos meses de vacaciones.

Voy a extrañar Starbucks, lo sé.

Independiente de que a veces termine llorando en colapso por ese cansancio que se acumula de tanto cerrar la tienda, o que quizá no me toquen siempre turnos con la gente que me cae bien, o que aborrezco mis horarios que jamás incluyeron apertura, la verdad es que amo ese lugar.

En Starbucks hablé con mi papá después de siete años, lloré toda una tarde cuando Claudio terminó conmigo, conocí a Sebastián, cumplí veinte y veintiuno.

Rush. Frap. Backoffice. Partners. Coffee tasting. Coffee master. Retail. Food. Cash. POS. Deployment. Timer. Break. Sampling. Mark out. Blender. Shift. Tips. Till. Columbia. Verissimo.

Starbucks es un mundo aparte. Un universo paralelo con filas y caracoles de Caramel Macchiato y clientes frecuentes que se convierten en amigos.

Me voy con pena.
Cansada.

Y eternamente agradecida.

domingo, diciembre 18, 2005

dressed for success

Es ese segundo de cielo, que depende de cuántos o quiénes piensan que soy buena para algo, lo que me hace dudar de qué tan segura estoy de mí. Esas ganas de escenario, de brillo, de increíble, me encantaste, aplausos para Carolina.

Creo que hasta que conocí a Claudio mi vida fue siempre eso, buscar aplausos. Recién con él pude mirar un poco más allá y darme cuenta que yo no soy en función de alguien más. Soy yo, sola. Pero han pasado dos años y, aunque sé que he avanzado, de repente me dan ganas de que mi ascendente Leo decida todo. Nada de bajo perfil. Hablen de mí. Bien, mal, pero hablen. Quiero existir, por favor.

Hoy me pasa eso.

Hoy tengo ganas de animar un programa de tele, ser la mala de un reality, cantar en mil festivales. Convertirme en rostro.

Y sé que es absurdo. Que mi trabajo importante siempre será en silencio. Que lo mío, de verdad, es conocer a cada persona con que me relaciono mientras preparo un café, o redacto una noticia, o leo el tarot. Mirar a cada uno en su individualidad. Descubrir, encontrar, aprender. Contar historias. Existir hoy, en un pedacito de mundo, y ojalá también mañana.

Pero los aplausos. Esa cosquilla en la guata, los ojos brillantes, sonrisa absoluta y respirar hondo, a ver si la sensación de haber nacido para ese segundo, nada más, se queda para siempre.

Cosas que pasan cuando alguien nace con tres signos de fuego y un día se siente sola.
A las dos de la mañana, vestida de blanco.
Antes de salir carretiar.

sábado, diciembre 17, 2005

stay

Alguien que se quede.

Que me mire de frente y me diga oye, vamos. Cierra los ojos y tírate conmigo. Déjemonos caer, llevar, lo que el viento decida.

Es el miedo el que paraliza.
Nada más.
Todos nacimos para volar.

viernes, diciembre 16, 2005

summer nights

Algarrobo la lleva.

Ron, tarot, una teleserie que nunca había visto, la mala educación de almodóvar, atardecer, amanecer, lluvia, sol, agua de mar fría, tibia y con ropa, el collar más lindo del mundo que me regaló la Toña, almuerzos a la cinco de la tarde, fantasmas a veces, fotos, feria de artesanía, ataque hasta conquistar el mundo, verdad o consecuencia, nubes, backstreet boys y britney mientras la Fran bailaba arriba de un sillón, diosas, libros, estrellas.

Lo mejor es sentir los pies en la arena mojada cuando viene llegando una ola.

lunes, diciembre 12, 2005

de regreso

Excelente día.

Hace mucho, mentira, no hace mucho aunque lo parece, pero hace una semana debe ser si no me equivoco, tiempo que duró sin tregua mi colapso emocional, punto cúlmine anoche, que no lo pasaba tan bien. En todo. Hasta las dos horas y cuarto de espera para votar fueron entretenidas. Conversé con gente muy simpática, las vocales de mesa estaban de buen humor, mi voto fue por números, Piñera porque sí y senador y diputada del Juntos Podemos porque entre los tres sumaban once.

El asadito electoral en mi casa resultó increíble, aunque al final la Vale se terminó llamando Gordis y perdiendo toda identidad, culpa de esa chapita que decía puro Chile arriba de la foto de Bachelet con Lagos. Jugamos algo parecido al Pictionary, el singular de rockeros es rock, todos los dibujos pueden tener una connotación sexual y en España se juega A fútbol. Nada. Tallas, miles. Risas a carcajadas hasta las tres de la mañana, desde las cinco de la tarde. Salchichas y pollo a medio asar, café de Colombia, chocolate de Ecuador, vasos y hielo de Starbucks. Gente de todas partes. Galletas con manjar. Segunda vuelta en enero.

La Mili me espera para 'Antes del atardecer'.
Estoy contenta.
Escucho Amaral.

domingo, diciembre 11, 2005

bent

Último día de colapso. Lo prometo.

Y eso que no partió mal, porque me levanté tarde y tomé solcito un rato, almorcé relajada, me bañé en la piscina con mi prima y mi hermana y llegando a Starbucks me encontré con la Siri. Ni siquiera tuve que caminar al sol, mi mamá me fue a dejar a Parque Arauco. Trabajé con la Rocío y con gente que me cae bien.

Pero no sé. De repente todo falló.

El lugar estaba lleno de personas que no pensaban irse nunca, había filas eternas de frapuccinos, apareció Sebastián y me dio pena y canté canciones tristes, me empezó a doler la cabeza otra vez, hacía calor y después frío y lo único que quería era llegar a mi casa a dormir.

Hasta ahora.

Me comí un muffin de arándano y una galleta de chocolate y estoy sentada con la Mili conversando de la vida. Vamos a ver 'Eterno resplandor de una mente sin recuerdos'. Estoy cansada, pero no tanto. Además, mañana hay asadito por las elecciones.

Traje hielo y vasos.
Tengo un poco de risa.

sábado, diciembre 10, 2005

omnisciencia

Ese afán de clasificar a la gente.

Cuica, flaite, pindy, seguro-le-pone-el-gorro-a-la-polola, gay (no, bisexual es más factible), pendejo, hueca, fácil, teñida, liposucción-de-todas-maneras-y-esas-pechugas-no-pueden-ser-reales, roto con plata (new rich suena más high, dear), jote, perno, te-apuesto-que-no-tiene-con-quien-carretiar-hoy-en-la-noche...

Trato de no ser prejuiciosa, pero lo soy. Uno de mis peores defectos.

Hoy me dolió la cabeza las seis horas que trabajé. Ya me siento mejor. Mientras volvía a mi casa, sentada al lado de una ventana medio abierta y una galla que compró helado de manzana y se manchó la polera, me di cuenta que uno de los motivos porque amo las micros es la cantidad de personas diferentes que se suben camino a alguna parte.

Mil historias.
Siempre quiero enterarme de todas.
Voy a ordenar mi pieza.

jueves, diciembre 08, 2005

climbing the walls

Altos y bajos.
Ondulando.
Camino en zigzag.

Ha sido una semana de mareo. Ya van tres días comiendo galletas de agua, soda y salvado, aunque ayer no pude evitar media bolsa de ramitas a las dos de la mañana.

Cero ganas de levantarme hoy. Estoy donde la Toña, pero llegaré a mi casa en un ratito, a ver películas y dormir. Si no fuera porque el fin de semana tengo que trabajar, dormiría hasta el lunes para despertar camino a Algarrobo.

Necesito playa. Días nublados o no, me da un poco lo mismo. Pero salir de acá. Dejar de tener este frío absurdo adentro de un chaleco de lana y el dolor de todo cuando respiro muy profundo.

Me siento mal.
Las letras de la pantalla, que no dejan de moverse.

miércoles, diciembre 07, 2005

guerras perdidas

Nunca me había echado un ramo.

Fue cuático. Quise llorar un poco, pero no. Mankiw no vale una lágrima. Siempre que me pasan cosas así me dan ganas de mirar al frente con los ojos brillantes, alguna canción publicitaria de fondo y el slogan de johnie walker. Keep Walking, Carolina. Sé que sería pésima haciendo comerciales. No lo intentaré.

Tampoco seré economista.
Igual esperaba mi rojo, aunque mi examen no estuvo mal. Es que lo leí en la mañana en el Oráculo. El guerrero es derrotado. Más claro, imposible.

De vacaciones.

[En seis semestres;
ramos aprobados: 27
ramos reprobados: 1]

Un poco más cerca de ser periodista, después de todo.
Escucho Miranda.

mi soledad y yo

Caos.

Entre una gastroenteritis porque ayer hice la dieta del chocolate a ver si se me pasaba la pena (que no se me pasó, obvio, y eso que fueron vizzio, hershey's, sahne nuss y hasta una torta de chocolate con lúcuma), mi examen de Teoría Económica mañana (la fotocopia del cuaderno de la Cata y un libro gigante están encima de mi cama rodeados de tazas vacías, galletas de agua y papeles rayados) y la música que se me ocurre poner de fondo (no he logrado decidir si será más dramático cortarse las venas con alejandro sanz o sin bandera), sólo sé que quiero dormir mil horas. Un millón. Hasta que sea invierno otra vez.

Y llorar. Seguir comiendo chocolates. (Suspiro). Mankiw me espera.
Un minuto de silencio (por la sonrisa perdida).
Escucho Uninvited. Son las once de la noche. Mi messenger está conectado y no disponible.

lunes, diciembre 05, 2005

veintiuno

El 4 de diciembre de 1984 era martes y había sol.
Ayer fue domingo y estuvo nublado.

Tengo cosas nuevas y un montón de llamados y visitas que no esperaba, un examen de economía mañana, sueño y un poco de pena, nada de hambre porque comí torta de chocolate con lúcuma, los labios partidos, el pelo amarrado, los ojos café, una paleta de dulce en la cabecera de mi cama, una canción triste de los Babasónicos de fondo.

Tengo veintiuno.
Miro afuera.
Cierro la ventana.

sábado, diciembre 03, 2005

don't cry

Triste.

No tengo ganas de hablar. No sé por qué escribo, tampoco. La Toña me fue a buscar a Starbucks y me compró un chocolate caliente en la Shell de Holanda con Carlos Antúnez.

Las lágrimas son tibias y saladas.
Hace frío.

viernes, diciembre 02, 2005

[casi] post mortem

Jaqueca.

Hace tanto no me pasaba, que creí que moría de verdad. Si no hubiera sido porque un tipo encantador me regaló una aspirina en la micro, quizá hubiera muerto. Pero acabo de pasar cinco horas dormida y ya me siento bien. El mundo dejó de dar vueltas, y mi cabeza dejó de creer que era un corazón con taquicardia. Se llama Oliver y es publicista. Usa rastas. Andaba con anteojos de sol y un gorrito muy lindo. Me cayó bien. Se rió cuando le pregunté si no estaba tratando de drogarme con la aspirina.

Ayer fuimos al teleférico con la Celeste y Pablo y fue increíble. Llegamos a la virgen y miramos Santiago mucho rato. También tomamos helados en el Emporio, probé uno de chocolate con guindas que me encantó. Terminamos taller. Pasé. Con un cinco, de hecho, pero el uno de la prueba de noticias me deja como en un cuatro seis o algo así. Las décimas valen, sin duda, todo el tiempo libre que tuve a cambio. Santiago se ve muy lindo desde arriba. Parece que las micros fueran de maqueta. Como los lego con que jugaba cuando era chica.

Había ido una vez antes al teleférico, con Toño. Me encanta sentir que existo lejos de los edificios pero cerca del cielo. Estoy en pijama, ahora, y con calcetines chilotes, pelo suelto, bostezo.

Me voy a acostar otra vez.
Debiera estudiar economía.
Voy a ver Moulin Rouge.