martes, febrero 28, 2006

víveme

Hoy es mi día, sólo mío, y no se lo quiero detallar a nadie.

Siento que soy feliz, que viví un poco de nuevo y un poco nuevo, que esperaba hace tanto esto que ya pensé que no pasaría jamás. Sonrío mucho. Me acabo de comer un chocolatito. Las pulseras de mi brazo derecho suenan mientras escribo. Mi pelo está un poco más rubio que cuando recién partí a la playa.

Algarrobo fue un agrado, dormimos hasta tarde ayer, hoy no, porque yo tenía un bus que tomar y con los nervios no dormí más que una hora o dos, vimos el festival, leímos el tarot, conversamos de la vida y conocimos una boutique toda cuica donde venden ropa preciosa y carísima, típica de señoras que se juran divas y a veces lo son.

Echaba de menos esto.
Escribir en paz con música mala de fondo.
Mañana parto a buscar trabajo.

sábado, febrero 25, 2006

esta ausencia

Necesito salir del standby.

Hoy me vestí de rojo, para pasar la angustia que me bajó anoche de ver que avanza el tiempo sin que avance yo con él. En la playa nos encontramos con la Gianni, no la veía desde que salimos de clases y está igual. Divertida. Con mil historias de romances propios y ajenos.

La Toña me leyó el tarot y el mensaje es claro en todas partes. O me entrego y me dejo llevar y de verdad confío y tengo toda la fe, o me quedo para siempre en estas vacaciones que ya se me han hecho eternas.

Necesito un fast forward urgente. Necesito que se empiecen a cumplir mis proyectos, terminar de cerrar etapas, hablar con Claudio una última vez, encontrar trabajo y entrar de nuevo a la universidad, buscar un departamento, comprometerme, entregarme, jugármela. Crecer.

Pero nada.
Dios sabe mejor que yo y todo pasa a su tiempo.

Tengo que irme de este cibercafé que me roba.

miércoles, febrero 22, 2006

ciudad jardín

Noche de festival.

Hoy vamos a ver a Miranda a la Quinta Vergara. Siete mujeres, aunque dos en platea, porque la Coki otra vez se consiguió entrada para ella y mi hermana. Nosotras, las demás, a galería a las seis de la tarde.

Me gusta estar en Viña.

Ayer pasamos el día donde mi hermano y fui muy feliz. Es de los lugares en que siento que pertenezco, donde podría quedarme para siempre. Cantamos canciones devocionales, comimos pan integral de nuez con manjar y los niños nos mostraron posturas de yoga.

No necesito más que momentos.
Dios tocando la guitarra de Carlos.
Un montón de sonrisas con mantras de fondo.
Hare Krishna desde un cibercafé frente al mar.

domingo, febrero 19, 2006

un montón de estrellas

Platos en el suelo. Vasos vacíos. Bolso cerrado.

Se acaba de ir el Mono, y antes de él la Pato con su novio, y Felipe, y la Trini. Lo pasé bien. Fue como cuando éramos chicos y nos juntábamos siempre a hacer nada. Amo estar con personas a quienes no tengo que explicarles quién soy, ni qué me ha pasado, ni cómo funciona mi mundo.

Leímos el tarot y comimos torta, conversamos de la vida, fumaron afuera de mi pieza, la Pato está más rubia y el Mono tiene más barba.

Mañana me voy a Viña.
A carretiar a Puerto Madero.
Me encanta bailar con el ruido de las olas.

sábado, febrero 18, 2006

basket case

Acabo de leer un post que me dejó pensando.

Paul Wegmann, no le importará que lo comente, supongo y espero, escribió sobre la inocencia y la madurez y la vida escolar.

Siempre fui perna. Mentira, no siempre. Desde que me cambié al Villa María y simplemente no logré encajar. Tenía siete años y no hablaba una palabra de inglés. Me encantaban los libros. Soñaba con compartir con mil niñitas y mil muñecas. En mi colegio de antes, los hombres se pasaban tirando arena y pateando pelotas de fútbol. Eran mis amigos, pero yo quería amigas. Un clan femenino. Por eso decidí cambiarme. Y mi decisión fue respetada.

En segundo básico, llevaba tres años bailando ballet. Duré uno más antes que la presión de participar en algo no popular me hiciera dejarlo. Empecé a jugar a las muñecas escondida, ya estábamos muy grandes. Y fueron tantos recreos encerrada en la biblioteca que leí toda la colección naranja del Barco de Vapor en un par de meses.

Tuve y tengo grandes amigas, es cierto. Pero fueron años de negarme, de no saber quién era yo, y por qué si amo los escenarios no fui capaz de subirme a uno hasta cuarto medio. Y por qué si siempre me ha dado risa todo, pasé mucho tiempo llorando. Y es que nunca me importó ser flaca, ni hacer dietas, ni comprar en el Alto, ni comer manzanas verdes, ni buscar a niñitos bien, de colegios bien, con apellidos bien. Todavía no me importa.

Entrar a la universidad fue salir de una cárcel. Fue mirarme al espejo y decir quizás no estoy tan mal. Quizás no soy tan fea, ni tan rara, ni tan fuera de lugar en todas partes.

La Toña siempre dice que exagero. Mi mamá también. Yo sé que no. Salir del Villa María ha sido un proceso y me ha costado. Me enorgullece sentir que llegué hasta el final sin perderme. Entre sombras, en silencio, pero yo íntegra, a salvo. Agradezco a Dios y a las letras.

Me considero una sobreviviente.

El colegio fue mi etapa más oscura.
La más triste.
Sin mi historia jamás sería quien soy.

jueves, febrero 16, 2006

could you be loved

Hoy pasé el día en pijama.

Dormí, leí, tomé sopa y vi de nuevo 'El último beso'. Me dejó llena de dudas. La vida entera es mucho tiempo y no sé si encontraré a alguien con quien compartir una pieza, una cama, una mañana todos los días.

No sé quién va a respetar ese espacio para salir corriendo, a leer un libro en un árbol, a no dormir para mirar la luna. Quién va a querer sentarse conmigo en silencio para siempre. Quién va a comprender que amo tener pena y reírme, y escuchar las mismas canciones un millón de veces aunque sé que son malas, y que mi filosofía cambia mucho porque nunca logro sentirme a gusto en un solo lugar. Quién va a querer caminar al lado mío, de la mano, cuando sea de noche y yo tenga un poco de miedo y no va a pensar que es absurdo que yo baile ballet en los paraderos de micro o que cante fuerte mientras voy al gimnasio. Quién va a disfrutar mis manías. Quién va a entender mi historia. Quién se va a quedar conmigo.

A veces pienso que nací para estar sola. Para tener lindas relaciones, enamorarme cada vez como si fuera la única y la última, llorar un par de semanas o de meses o de años y después volver a empezar.

Me pinté las uñas con estrellitas plateadas.
Tengo un anillo de mariposa.
Voy a comer algo antes de dormir.

miércoles, febrero 15, 2006

las callecitas de buenos aires

Catorce de febrero. Otra vez.

A las doce veinticinco aterrizó el avión en el aeropuerto de Santiago. Nos levantamos a las seis de la mañana y fuimos las primeras en la fila de Air France. Tomamos desayuno con mantequilla individual y café tibio.

Amé Argentina. Amé esa forma de vivir cada uno su vida sin detenerse a cada rato a criticar la vida de alguien más. Amé que la gente se saludara en la calle, que nadie me mirara si cantaba fuerte o me ponía a bailar. Amé las veredas llenas de personas caminando de noche, sin horas, los bares llenos y los restaurantes y los casinos.

Estuve con familiares que nos trataron como si de verdad me hubieran conocido de toda la vida, aunque apenas nos habíamos visto un par de veces. Anduvimos en lancha, fuimos a pasear en auto, en micro y a pie, tomamos helados que acá no existen y en Mar del Plata nos regalaron champaña con speed porque resultó que al barman le encantaban las chilenas.

Fueron doce días increíbles.

Hoy vuelvo con reflejos en el pelo, ropa nueva y un par de películas para llorar en un rato más de este día rosado envuelta en frazadas, sola, en mi cama.

Mi pieza está linda.
Casi terminada.
Falta un poco menos para el resto de mi vida.

miércoles, febrero 08, 2006

lejos de casa

En Mar del Plata.

No pude resistir la tentación de postear desde un locutorio cerca del hotel al que acabamos de llegar hoy. Lo he pasado increíble. Decir que me he comprado la mitad de Buenos Aires no deja de ser un poco cierto, y eso que en general nunca sé mucho qué comprar. Pero tengo ropa linda y muchos regalos. Hemos conocido lugares preciosos. En las cinco horas que duró el bus hasta acá, vimos dos películas malas.

Me he acordado de cosas. De personas. De Claudio, un poco. De Sebastián. Y de mis amigos de cuando era chica y nos juntábamos a jugar básquetbol y a pasear por el Pueblito de los Dominicos. Con la Toña nos pasamos leyendo Cosmo y jugando verdad o consecuencia. Mi tía cocinó todo el tiempo en su casa sin carne, especialmente para mí. Hemos carretiado poco, aunque estos días de playa llevan carrete seguro.

Es divertido ser turista. Todos nos tratan bien y nos preguntan si somos felices. Hasta nos hicieron una encuesta de qué nos parecía Mar del Plata. Gané un poco en el casino y fuimos a tomar tecito. Le compré a un devoto de Krishna un libro, y me recordó a mi hermano. Me gusta estar lejos de todo. Disfruto el silencio, andar otra vez sin celular, desaparecer por las callecitas de Buenos Aires.

Tengo temas pendientes en Santiago, lo sé.
Todo a su tiempo.
Por ahora, miro al frente, al espejo, y me brillan los ojos porque tengo risa y estoy linda y amo toda la vida.

miércoles, febrero 01, 2006

me iré

A los trece, mi papá me llevó a Buenos Aires.

Hacía poco que se había ido de mi casa, y todavía hablábamos. Mi abuelita acababa de morir. Recorrí la ciudad desde temprano, alojando en un hotel a seis cuadras del obelisco, y una vez, mientras mi papá entraba a la catedral, gasté veinte dólares en un dibujo de la luna llena.

Me acuerdo de pocas cosas. De una casa abandonada que me encantó. De las montañas rusas en que no me atreví a subir. De la mañana de domingo de resurrección donde no tuve huevitos de chocolate pero sí escondí unos abajo de la almohada.

En un par de horas más me voy, esta vez con la Toña, a pasar en Buenos Aires doce días de verano. Me encantan los aviones, estoy esperando leer la Cosmo mientras vuelo arriba de la cordillera y ese minuto de despegue en que parece que el corazón subiera hasta la boca.

No creo que vaya a carretiar hasta cansarme, aunque quizá sí mientras estemos en Mar del Plata. No creo que vaya a besar a algún argentino, pero no prometo nada. Sí creo que hay mucho por descubrir y que, a pesar de que me voy con un par de temas pendientes, disfrutaré cada segundo en tierra argentina.

Amo viajar. Es mi sol en Sagitario. Amo esa sensación de no pertenecer del todo, de formar parte de un mundo alternativo al cotidiano, de vivir costumbres y lugares distintos a los míos.

No tendré internet.
Dejo mi blog y mi teclado por un ratito.
Hasta que vuelva, escribiré a mano.