jueves, febrero 19, 2009

this is me

En Algarrobo, con mis amigas, mirando el mar desde la terraza.
Estoy tranquila, esperanzada, feliz.

Las vacaciones se convirtieron, al final, en la oportunidad de evaluarlo todo. De mirar. De mirar de verdad, sin velos que hicieran que mi mundo estuviera tan nublado. Ya me queda una semana, un poco más, y siento que me estoy volviendo a sentir viva. No pediría ningún deseo, aunque se apareciera al frente mío el genio de la lámpara mágica. No necesito más. Echaba tanto de menos disfrutar las cosas sencillas, que no me había dado cuenta de cómo volver a hacerlo. Y aquí estoy ahora. Sola, con el viento que sopla fuerte y la certeza de que se puede volver a empezar.

Quizás no soy más sabia que hace dos años, cuando tenía tan claro lo que no quería hacer conmigo, antes de terminar cayendo en la ilusión de lo material. Quizás las experiencias no fueron suficiente para hacerme crecer. Quizás lo más importante, o lo único, que aprendí, fue que no quiero perderme más. Que me quiero a mí misma tanto como para luchar por mis propios sueños, a mi propio ritmo. Que no me importa, ni me ha importado nunca en realidad, lo que los demás opinen, aunque en algún minuto sentí que ésa era la única forma de valer. De existir.

Hoy, con el pelo mojado, más largo y suelto, sin una gota de maquillaje ni cremas ni brillos, me siento más linda que nunca.
Hoy miro el presente con una sonrisa y el futuro con calma.
Hoy le pido al cielo y a las diosas y a dios que no se me vuelva a olvidar que la libertad se gana y se pierde mil veces, pero que siempre se puede reconquistar.
Que en el fondo, y a pesar de todo, siempre seré yo. La misma. Diferente.

miércoles, febrero 11, 2009

time to change

Siete y media de la tarde.
En mi departamento a medio desarmar, mirando el cielo por la ventana.

Ya estoy en mi segunda semana de vacaciones. El tiempo ha volado entre tantas visitas a lugares para arrendar, pintando las paredes blancas blancas, tomando decisiones sobre qué quiero para mi futuro (y mi presente, que es incluso más importante), y durmiendo mucho, cada vez que puedo, donde sea y sin horario. Igual estoy cansada. Tengo las cosas un poco más claras, obvio, si no para qué serviría el tiempo libre y las sesiones con mi sicóloga y las pastillas maravillosas que me devolvieron al estado zen que creí haber perdido para siempre. Pero me falta. Bastante. A veces creo que nunca voy a encontrar mi camino. Como si la vida no fuera más que un montón de círculos que se abren y se cierran y se tratara sólo de eso. De cerrar uno y empezar otro, eternamente.

Ando mucho menos preocupada de la muerte, también. Y más de mi gato y de que la gente sepa que es bueno ser vegetariano. Yo no me comería al Conde, eso está claro. También estoy contenta con Mati. Es bacán. Es mi mejor amigo, aunque a veces discutamos por las cosas más tontas.

Siento que estoy en un despertar lento, muy lento, pero a paso firme y seguro.
Que voy a volver a ser yo, la misma, la de entonces y la de ahora.
Que voy a volver a creer.

lunes, febrero 02, 2009

corazón estepario

El viernes lloré todo el día.
Fue como si veinticuatro años de pena se hubieran decidido convertir en lágrimas.

No sé qué me pasó. No sé qué me ha pasado esta última semana, en realidad. Ando llena de pasado, pintando las paredes blancas, tan blancas como si yo nunca hubiera vivido acá escribiendo frases que me sé de memoria. Ando pensando en el futuro, buscando respuestas a un presente que no entiendo, tratando de encontrar algo que me guste además de mi pololo. Y no. Nada. Es como si hubiera perdido toda mi capacidad creativa, si alguna vez la tuve. Como si hubieran volado mis sueños lejos, lejos, hasta perderse en ese infinito que siempre he querido encontrar.

Estoy cansada. Como una señora de ochenta. Quiero dormir, dormir todo febrero y despertar en marzo con un departamento nuevo, con un trabajo nuevo, con una vida nueva. Quiero dejar de cumplir, aunque sea una semana. Dejar de ser la mujer adulta y madura y volver a creer. Hace un poco más de dos años, antes de entrar a la revista, yo sentía que mi vida estaba empezando. Ahora, siento que tomé un camino que no era el mío. Que me equivoqué. Y no sé cómo se deshacen las decisiones. No sé cómo salgo del sistema, de los créditos y las cuentas y la ropa correcta, el maquillaje correcto, las palabras correctas. Cómo me encuentro, si no sé dónde estoy. Ni si estoy todavía.

Quiero dejar de escuchar canciones viejas.
Subirme a todos los juegos de Fantasilandia.
Volver a sentirme viva.