martes, enero 31, 2006

endless love

Acabo de tomar desayuno con Jose.

Nos juntamos en el mismo café donde lo conocí cuando salimos con Sebastián, hace meses. Esa vez, conversamos una hora y media sobre la Maca. La Maca es para Jose lo que Claudio es para mí, aunque en su vida a mayor escala, supongo. Es esa relación que uno siempre quiere que funcione porque está seguro que si funcionara, que si esta vez sí, ya no hay más que resolver. Es todo lo que falta en una vida casi plena.

Me gustó verlo feliz ahora. Me gustó que le brillaran los ojos porque hace un par de días ella apareció de nuevo e iluminó todo. Me gustó saber que hay personas como él. Que creen, que se la juegan, que filo con lo que diga el mundo.

Pasa que de repente siento, y le dije a Jose, que no sé si quiero estar con Claudio para volver a intentar o para cerrar el ciclo definitivamente. Porque es la historia abierta, es esa oportunidad final. Ese vamos que nunca fue. Pero quizás nunca sea. Me di cuenta ayer en la noche. A veces, uno no quiere comprometerse y eso es todo. Yo no puedo pasarme la vida esperando a que Claudio no tenga miedo, ni rabia, ni pena.

En este momento, estoy bien. Como mujer. Y quiero compartir lo que soy. Quiero mirar a alguien a los ojos y disfrutar cosas sencillas. Detalles. Tener secretos de a dos. Siempre me acuerdo cuando con Sebastián estábamos viendo 'The story of us', y mientras Bruce Willis con la Michelle Pfeiffer jugaban al colgado abajo de la mesa, riéndose de otra pareja, me dijo eso es amor. El amor es la complicidad. La confianza. Los segundos de magia y la magia de lo cotidiano.

Me encanta estar sola, es cierto.
Pero la vida en compañía siempre es un poco más dulce. Eso me lo enseñó Sebastián.
Hoy, ver a Jose me hizo recordarlo.

i need you tonight

Me acabo de comer cinco galletas de chocolate.

En la tarde fuimos con la Mili a ver 'La frontera', al ciclo de cine uc. Me encantó. Entramos gratis, además, porque llegamos temprano y aprovechamos de tomar una cocacola en dos vasos, en un café con mantelitos blancos y rojos.

En la micro de vuelta, compré un helado de agua, me senté al lado de la ventana y cerca de un tipo que se llamaba Michael y era muy simpático. Hace turismo aventura en Chiloé y tiene el pelo castaño hasta los hombros. Se bajó en Tobalaba con Lota, silbando la canción de Kill Bill.

No tengo ganas de carretiar. Hace tiempo.
Me duele un poco la cabeza.

sábado, enero 28, 2006

reality bites

Ayer Dios me regaló un agua mineral con limón.

Antes de subirme al bus, crucé al supermercado frente al terminal a ver si encontraba una para comprar, yo y mis antojos, pero no. Me senté en el asiento veintinueve, ventana, y al lado mío un tipo parecido a un amigo leyendo 'las crónicas de narnia' con una dasani fría y cerrada. Que me ofrezca, que me ofrezca, que me ofrezca. ¿Quieres?. Nos vinimos conversando todo el resto del camino.

Fue una buena semana. Mi hermano y su familia viven en un lindo lugar. Todos los vecinos se conocen, y se prestan cosas, y se defienden. Mi hermano hace y vende pan integral. Es Hare Krsna. No toma, no fuma, no come carne. Canta mantras y prende inciensos. En su living, hay un altar con deidades de bronce. Mis sobrinos también cantan y bailan, y pelean un poco. Le enseñé a Radha, que tiene seis años, a jugar ajedrez y nos pasamos en eso tres o cuatro días. Vimos películas y ensayamos posturas de yoga que nunca pude hacer. Mi hermano es mi ejemplo de muchas cosas. Esfuerzo, trabajo, constancia. Jugársela. Creer. Amar.

Después, Algarrobo. Con la Toña dormimos mucho, conversamos de lo mismo de siempre aunque a veces un poco distinto. Tomamos sol. Comimos ensaladas, arroz, tallarines, cereales y leche condensada. Leímos Cosmo y las cartas. Estoy ya con el mazo de Madre Paz en mis manos y le compré un pañuelo morado muy lindo en la feria. También nadé y fui mar y el anillo de hilo de mi primera clase de tarot con la Siri se quedó en las olas o en la arena.

Hace una semana que no hablo con Claudio.
No tuve ganas de llamarlo, tampoco.
Lo que quiero es verlo.
Ahora.

sábado, enero 21, 2006

cómo sería

Kuchen de nuez y chocolate caliente.

Mañana me voy a Viña. Pasaré unos días en la casa de mi hermano y después parto a Algarrobo. No sé hasta cuándo. Hasta que sepa que alguien me espera en Santiago, supongo. Aunque quizás vuelva antes.

Tengo un poco de pena. Ando toda nostálgica con esto de los aniversarios. Que hace dos años, que podría haber sido distinto, que quizá serían dos años juntos. Pero no. Las cosas fueron lo que debían, y nada fue un error, como dice la canción esa que canto siempre camino al gimnasio. Igual hay momentos que echo de menos. Claudio en la playa con una flor, hablar frente al lago hasta la madrugada, la música de fondo perfecta y sorpresas, mil sorpresas.

Es cierto que tenía miedo. Que hasta entonces mis relaciones siempre habían sido a medias, y bien lloradas, con la tendencia irreversible de terminar porque me aburría de inventar cariño. Pero, independiente de todo, quise creer. Y creí.

Hoy, con la angustia amontonada en la garganta, escribo que ha pasado de todo, que ha pasado una vida, pero que sigo creyendo.
Quiero un abrazo y mil besos.
A ver si frente al mar te echo menos de menos.

viernes, enero 20, 2006

el universo sobre mí

Hoy la Almendra cumple un año.

Cuando recién nació, se llamaba Matilda. Sus papás se conocieron en un programa de tele, y al mes y medio de pololeo, ella quedó embarazada. Viven juntos y aunque a veces nada les resulta y les falta un poco de todo, pañales, comida, ropa, siguen avanzando, estudiando, trabajando.

Hubo un tiempo en que los iba a visitar siempre. Por algún motivo, podría decir Starbucks que no sería del todo mentira, pero tampoco del todo cierto, ya no fui más. Me queda un poco lejos, siempre estoy corriendo, y se me olvida que lo importante no es cumplir con responsabilidades ajenas sino hacer lo que de verdad quiero, lo que de verdad me gusta y recordar que en algún momento casi fui la madrina de una niñita preciosa que tiene los ojos grandes y se ríe mucho.

Ayer me llamaron para invitarme a su cumpleaños, mañana. Me dio pena acordarme de cosas. Ya han pasado dos veranos desde que los conocí, y a Claudio, y pasó de todo en mi vida. No sé si soy o no una mejor persona. No sé si tengo mucho más que entregar. No sé si camino siempre recto y sin tropiezos.

Pero sí sé que soy yo.
Y es una certeza que nunca tuve antes.

jueves, enero 19, 2006

pisando fuerte

Quiero ser mamá.

Vengo llegando de la casa de la Siri. Primero cuidé a sus niñitas, mis amigas, mientras ella llevaba a su marido al terminal, y después conversamos horas tomando té verde y comiendo galletas integrales.

Me di cuenta de las ganas que tengo de formar mi propia familia. Cuando era chica siempre decía que no me interesaba. Que dedicaría mi vida a trabajar y quizá a algún romance furtivo pero niños, no por favor, gracias. Ahora es al revés. Filo con mis horarios de periodista y mis aventuras absurdas. Quiero estar en una relación donde no asuste proyectarse, donde hablar de hijos no sea el típico tema utópico para la hora de almuerzo, sino algo concreto, que algún día va a pasar.

No quiero una pareja para jugar a querernos. No tengo ganas de promocionarme como la mina sin ataduras. No necesito más teléfonos, ni promesas, ni invitaciones. No me basta con probar y pensar que más adelante puede ser en serio.

Siento que he tenido suficientes relaciones pendejas.
Quiero compartir mi vida.
Eso es todo.

miércoles, enero 18, 2006

despídete

Me pinté las uñas rosadas y me siento como una barbie.

Le acabamos de hacer una despedida sorpresa a la Fran en la casa de la Toña. Fue bacán verla llegar sin saber nada. Casi no resulta porque se encontró con la gente Starbucks en la puerta, pero salieron corriendo antes de que los viera y resultó igual.

Hablé con Claudio por msn y quiero que esté en Santiago, la Toña me leyó el tarot otra vez, me compré una agenda, fui al gimnasio y aunque esperé micro más de media hora porque venir a La Dehesa desde mi casa es un viaje, me entretuve cantando canciones antiguas y después de bajarme caminé feliz porque acá los grillos se escuchan desde todas partes.

El globo que le regalé a la Toña se está desinflando.
Comí muchas ramitas y galletas con chocolate.
Envidio a la Fran.
Quiero ir a Europa.

martes, enero 17, 2006

rayando el sol

Hace calor.

Acabo de caminar media hora al sol por segunda vez hoy, y aunque pasé corriendo entre los regadores de la plaza en Tobalaba, siento que me arde la cara. Tomo un vaso de café con leche y escucho Miranda.

Después de pelear dos semanas, logré que me entregaran mi finiquito y la plata de los seis días de vacaciones que no alcancé a tomar.

No volvería a Starbucks. Más que un trabajo de treinta horas a la semana con sueldo fijo, fue una experiencia. Un ciclo que recién pude cerrar, un año tres meses después de haber entrado por primera vez como barista a Parque Arauco.

En marzo, el cambio que me anuncia el tarot.
La Emperatriz y Artemisa me estarán guiando.
Sé que ya no me volveré a perder.

lucha de gigantes

Pasé la tarde arreglando el mundo.

A las doce y media me junté en la universidad con Alexis y la Carla para terminar de ver las platas de nuestra candidatura frustrada. Estaba también César en reunión del Mosaico y nos fuimos los cuatro a almorzar a Tenderini, al Tarragona. Me comí una ensalada y tomé bebida. Ellos, papas fritas y un pitcher.

Hablamos de la vida. De las diferencias de la educación en los distintos sectores, de los problemas y los buenos programas de salud, de economía aunque me eché el ramo así que casi no opiné, de amor, sexo, hijos, pareja, de la tolerancia, la libertad de expresión, la diversidad. Hablamos de Bachelet, de los ministros de Lagos, de Piñera y Hirsch y Lavín. Hablamos de la corrupción, de los valores, de Estados Unidos, Israel, Perú y Bolivia. Hablamos de la homosexualidad, de la fidelidad, del SIDA y el condón.

A las seis y media nos pusimos de pie y en la esquina nos separamos. Yo seguí con César hasta Plaza Italia. Tomé la doscientos veintiséis y me bajé en la esquina de mi casa.

Me compré una pulsera de cobre.
El señor que me la vendió dijo que tendría muchos novios.
Igual me basta con uno.

domingo, enero 15, 2006

suspiscious minds

Pulgar azul. Botella de agua vacía. Diez minutos de espera. Derecho ejercido.

Anoche tuvimos miedo. De repente, en el baño aparecieron dos peinetas y una cajita con maquillaje que no eran de nadie. Entonces, obvio, alguien entró mientras estábamos todos en la terraza aprendiendo a bailar árabe con la Mili de profesora y salió corriendo cuando nos escuchó volver.

Ahora, de día, suena medio absurdo. Pero cuando está oscuro los ruidos son fantasmas y las sombras asesinos en serie escondidos que esperan a que estemos durmiendo. Al final, mi tío había encontrado el maquillaje y las peinetas en un bolso que le prestaron. Punto.

Pero hasta las seis de la mañana, que logré acostarme en el suelo del living envuelta en frazadas y cerrar los ojos con la luz prendida, habíamos tenido visitas. Una mujer sin casa, prostituta arreglándose antes de trabajar, travesti de uñas largas porque el rouge tenía marcas, psicópata encerrada en mi clóset o abajo de la cama.

La Toña siempre dice que me cuesta distinguir la fantasía y lo real.
Anoche fue un ratito, solamente.
Hoy me acompañan mil mariposas.
No dudo que son de verdad.

sábado, enero 14, 2006

crash and burn

Me río sola.

Dormí hasta las dos de la tarde, llegó un tío de Argentina y tuvimos almuerzo familiar sin peleas ni rollos, aunque en un momento triste porque murió un amigo de mi tata, claro que a mí no me dio pena pero sí a quienes lo conocían bien. Me vestí con una falda con flores, polera blanca y aros rosados largos.

Ahora que terminé de trabajar, siento que mi verano empezó. Puedo hacer nada todo el día. El jueves fui con la Toña al cierre de campaña de Piñera a la Plaza Victoria en Valparaiso y fue excelente. Creo que a los artistas nacionales se les debe valorar. Cuando me preguntaron para Canal 13 a quién prefería, me quedé con Adrián. Obvio.

Amo Valparaiso. Es el lugar más lindo del mundo. Los cerros y las casas de colores, la poesía de Neruda escrita en las calles, cumbias en las tiendas del centro, la catedral, las fuentes, los ascensores. Pero sobre todo esa sensación de estar en un lugar que es mío. Quizás porque ahí desembarqué en una vida pasada.

Quiero que sea Febrero para irme a Buenos Aires. También reservamos un hotel 'dos estrellas superior' en Mar del Plata. Es la realidad de nuestro presupuesto. Y se viene.

Este año será mi año. Hoy aprendí lo que era una carta Gantz y tengo lista la mía.
Trabajo y departamento.
Un minor en cine documental.
Y antes, el abismo. Con buenas canciones de fondo.

jueves, enero 12, 2006

una noche más

Canciones de Alejandro Sanz. Obvio.

La Toña me acaba de leer el tarot y me habló de los miedos. Cómo enfrentar todo y no paralizarme ni terminar cayendo en tonteras. Esta vez no es cualquier vez. No hay más oportunidades si es que no atino y no lo vivo y no me entrego.

Esa tendencia absurda de cuestionarlo todo y pensarlo mil horas y saber que en el fondo siempre he sabido lo que me pasa. El no seguir mi intuición y no escuchar mis instintos medio dormidos. Siempre frenar cuando por fin estoy acelerando.

Esta vez me lanzo al vacío.
Sólo así aprenderé a volar.

miércoles, enero 11, 2006

girls just wanna have fun

Tres veintinueve de la mañana. Silla de mimbre. Uñas pintadas ayer.

Fuimos a bailar con la Toña y la Fran a Salamurano, estaba llenísimo y hacía un calor horrible, pero lo pasamos muy bien. Amo el reggaeton, es uno de mis placeres y cero culpable.

Mientras venía camino a la casa de la Toña, se sentó al lado mío en la micro un heladero. Conversamos de la vida. Me dio su teléfono y me dijo que lo llamara para carretiar. Se llama Claudio.

Antes de salir vimos el reality del trece, segundo capítulo. Excelente casting. Me encanta como cada persona se convierte en personaje. Aplausos a Nico.

La tele es todo un tema. En general no veo nada, debiera ser fanática seguidora fiel de las noticias de todos los canales pero no lo soy. Sí tengo una afición media obsesiva por ciertos programas. Géneros realities y teleseries son lejos los mejores, aunque no todos. De los recientes, no vi ninguno porque siempre me tocaba Starbucks a esas horas.

No alcanzo a comprender la magnitud de una pantalla. Mil personas que la prenden por compañía, para no sentirse solas. El ruido constante, o ni siquiera, a veces sólo la imagen que se mueve y cambia de colores. Es cierto, salió en la tele. Lo dijeron en las noticias. En el reportaje ése de denuncia.

Yo creo poco en general. Mientras la cámara esté en on, todo puede ser un show. Corten. Se imprime. Repitamos esa última línea una última vez. Y que sea espontáneo, por favor.

Me encanta salir con mis amigas.
Siempre prefiero bailar con ellas.

martes, enero 10, 2006

joyride

Vengo llegando del Bravissimo, fuimos a tomar helados con la Toña y la Fran y lo pasé increíble.

Es de esos días en que todo estuvo bien, desde que desperté, y eso que desperté antes de las ocho. Pasé mi mañana de trabajo en Parque Arauco leyendo y dibujando mientras los niños y la Chica pedían colaboraciones para desayunos. Llamé a Claudio. Fui al gimnasio. Tomé sol. Comí sentada en la terraza con mi tío y vi el reality nuevo del trece, aunque no entero porque me pasaron a buscar. Canté a gritos caminando por Tobalaba y saludé a toda la gente simpática que sonreía. Tomé café con leche y comí pan tostado con mantequilla. Me duché casi una hora y pasé media hora más bañándome en cremas y colonias.

Los días que brillan, como hoy, hacen que tenga ganas de levantarme otra vez mañana.

Doce de la noche.
Me voy a acostar.

lunes, enero 09, 2006

living on a prayer

La vida es un momento. Un eterno ahora.

Hoy siento que todo tiene sentido. Fui a misa a La Anunciación con mi tío Pato, y aunque no le gustó que las canciones tuvieran aplausos y el Padre Nuestro se rezara todos de la mano, creo que fue una buena experiencia para él, tan acostumbrado a las tradiciones y lo ortodoxo.

Para mí, fue otra vez un pedacito de cielo. Amo esa parroquia. La prédica se trató de las estrellas. Qué me guía, qué tengo en mi pared, qué miro cuando tengo pena o estoy contenta o me pasa algo.

Mi pieza es un montón de colores y recuerdos, fotos, historias, poesías, oraciones, cartas. En mi pieza Piñera está al lado de Hirsch y de Jesús, de las flores que corté en el sur, de los gorros que usé en trabajos, de la barbie que me regalaron a los quince. En mi pieza, con fondo verde limón, cuelga una piñata roja de corazón con vuelitos, tarjetas de cumpleaños, guantes de lana de mi viaje de estudios, Krishna, la Virgen María, un gorro plateado de cuando Claudio cumplió veintiuno, mi morral, mis pinches, una vela que logré clavar, un cuadro que me regaló la Chica. También aparece Benedetti en mi clóset, al lado de la canción que cantábamos antes y después de yoga, rodeado de citas de todo el mundo y algunas anónimas. Y en mis cajones, por partes, A Margarita de Rubén Darío. Está por ahí mi delantal de Starbucks, la guitarra que nunca aprendí a tocar, mis pasajes a Uruguay, una bufanda de plumas negras, la liga y el collar de perlas plásticas que usé para mi carrete cabaret, la máscara del Father and Daughter, el dibujo que me hizo Eduardo y el hada pintada en vidrio que me regaló mi hermana.

Hay más cosas, es cierto. Un atril con la revista del cable, un altar con espejos y bailarinas y angelitos, millones de fotos, collares, qué sé yo. Cuando Sebastián entró a mi pieza la primera vez se paseó en silencio, mirando. Y después me miró a mí, sentada en el sillón frente a la tele. Acá estás tú. No me dijo nada más.

Mi pieza se ha convertido en mi espejo. Es el recuento de todo lo que me ha pasado desde que un día, hace más de un año y con mi primer sueldo en Starbucks, compré pintura y brochas y un cubrecama con rayas, cojines de colores y tul fucsia para hacer cortinas. Casi no me queda espacio. Cuando la termine, sabré que es momento de irme.

Mi pieza es mi mundo. Un montón de mí que me rodea siempre.
Suelo de madera y techo blanco.
Un reloj que no deja de marcar las siete.
Estrellitas que brillan cuando apago la luz.

domingo, enero 08, 2006

spending my time

Odio los malls.

Ayer pasé once horas en Parque Arauco, a cargo del stand de una tía que busca conseguir dinero para ayudar a personas con problemas de alcohol y drogas. Salí a las nueve de la noche con ese frío de aire acondicionado que parece que no se va a pasar nunca y los ojos acostumbrados a la luz de mentira.

No puedo dejar de pensar en la gente que trabaja así todos los días. Que nunca saben si afuera hace frío o calor, si llueve, si hay muchos o pocos autos en la calle. Es el encierro que exigen quienes a las diez de la mañana ya están cargados de las primeras bolsas de compras, serios, apurados, mirando relojes y contando monedas, llevan a sus niños a comer cajitas felices y esperan en filas de media hora para una hamburguesa con queso de plástico.

También lo hago, es cierto. Mucho menos desde que a los diecisiete trabajé por primera vez en el Alto las Condes y odié acostumbrarme a que revisaran los bolsos de todas las promotoras al salir para comprobar que no hubiéramos robado nada, pero lo hago.

Pasear por el mall.
Trabajar en el mall.
Pasear es un trabajo.

sábado, enero 07, 2006

come what may

Ayer hablé con Claudio.

Por messenger eso sí, que jamás será lo mismo ni parecido que una conversación en persona, de frente, mirándose a los ojos. Me acuerdo que antes, hace dos años o uno incluso, me escapaba cuando podía de hablar y me dedicaba a escribir. Cartas, cuadernos, lo que fuera con tal de no sentir ese dolor de guata con mariposas que me viene a veces cuando los temas son demasiado importantes.

Pero ya no. Al revés. Ahora escribo para mí. Cuando digo algo, prefiero la cercanía. Saber que las palabras no bastan y que, al contrario, por lo general sobran.

No sé a dónde iremos, o si iremos hacia alguna parte.
No me preocupa tampoco.
Por ahora, paciencia.
Y un plato de cereales con leche antes de ir a trabajar.

jueves, enero 05, 2006

cumpleaños feliz

Hace veintidós minutos mi mejor amiga acaba de cumplir veintidós años.

Nos conocimos en el colegio. Nunca nos caimos muy bien, hasta que en séptimo básico la Anita Montero hizo llorar a la Toña y la Fran y yo nos sentamos en un banco de madera a consolarla. Tampoco nos caíamos muy bien entonces. Pero fue el día en que empezamos a salir juntas.

Ahora estamos las tres sentadas en la pieza de la Toña. Ha pasado de todo un poco. Vacaciones de verano en silencio, viajes a Algarrobo con los Backstreet Boys fuerte en la radio, ese bus al sur que nunca hubiera podido tomar sola, pésimas decisiones y llanto después, chocolates, películas malas, amaretto sour, la Tú y la Cosmo y miles de atardeceres pidiendo deseos en la playa.

La Toña es a la primera persona que llamo cuando me duele la guata y tengo pena y no sé qué hacer ni a dónde voy, pero también cuando estoy contenta, cuando tengo entradas o comidas o carretes. La Toña es la que llega corriendo apenas alguien termina conmigo y yo me ahogo llorando, la que sabe que soy inconstante y pendeja, que no me doy cuenta de nada, que todo lo exagero.

La Toña es mi mejor amiga desde los trece.
Once meses mayor que yo, capricornio, alta, morena, rulienta, sencilla, mal genio, sincera, correcta pero impulsiva en el fondo, ordenada, intuitiva, mañosa, de cumpleaños.
Me están esperando. Tenemos que celebrar.

domingo, enero 01, 2006

all through the night

Contra todo pronóstico, anoche carretié y recién vengo llegando de vuelta.

Fui con la Rocío a la casa de su novio, en el Arrayán. Lo pasé increíble. Bailamos música pachanguera, la gente era muy buena onda, tocamos batería, dormimos un poco y nos bañamos en la piscina. Tomé sol. Miré cerros y el amanecer fue precioso. Cuando llegué allá, a las tres de la mañana, no conocía a nadie. Después de doce horas, hamburguesas de desayuno y el fuego a medio apagar, ya me sentía parte de todo.

Excelente comienzo de año.
De verdad.
Siento que vienen muchas cosas nuevas.

ese último momento

De a poco, voy cerrando círculos.

Hace un par de horas se acabó Starbucks. Salí con la pechera en la mano y un vaso de passion con frambuesa a medio tomar después de haber colgado una cartita de despedida. Qué buen lugar, a veces. Pero suficiente como para agradecer todo el tiempo que pasé vaporizando leche, entregando cafés y recogiendo vasos, mientras veía oscurecer o granizar de repente, y un par de lluvias con arcoiris. Sí, me dio pena. Pero no tanta. No lloré mientras empujaba la puerta de vidrio.

Casi termino mi pieza. Me falta el viaje a Argentina en febrero, es todo. Y cuando termine quiero vivir sola, encontrar un trabajo donde el dinero sea suficiente como para arrendar un departamentito pequeño. Descubrir cuáles son mis límites, mis normas de convivencia. No las que me han impuesto.

Mientras escribo, se acerca fin de año. Aunque no siento el tiempo como algo posible de medir, sólo es una sucesión de anocheceres y amaneceres, independiente de cuántos días conformen un mes o que ahora tenga veintiuno y no catorce, esta fecha siempre hace que me gane esa nostalgia absurda y que quiera hacer un recuento.

Se me viene a la cabeza el viaje al sur, a buscar a Claudio, el proyecto de programa en que alguna vez trabajamos juntos, las lecturas de tarot en la playa y en Providencia, los helados y los almuerzos y esos domingos en la tarde de clases de astrología. Hasta el día del ritual en que terminé quemando sus fotos y sus tarjetas, escuchando november rain y llorando mil horas, mi año fue Claudio.

Me hice amiga de la Siri, tuve clases de yoga y de Madre Paz, me compré un oráculo de diosas y 'mujeres que corren con los lobos' y mi visión de mí fue cambiando. Hablé con mi papá, después de siete años de silencio. Viajé en el verano a Uruguay y me enamoré un par de veces. En el paseo del ombligo, besé a un arquitecto. Salí un tiempo con un compañero de Starbucks, pero no. Sólo con Sebastián sentí que estaba en algo de verdad, con futuro. Obvio que tampoco. Pero filo. Lo viví y lo viví sin dudas, sin miedo, sin sentir a medias. También besé a Fabián, siempre lo olvido. Y nunca más me llamó. Fui a trabajos de invierno y además de construir casas, me contruí yo un poco más.

Me pierdo en el tiempo y no tengo idea qué pasó antes o después. Pero no dudo que ha sido un año de crecer, de no esconderme y de formar un camino sin dualidad, de frente, de cara a Dios. Siento que estoy en esta vida para aprender. Para convertirme en una persona consciente.

Hoy, cierro un círculo.
Suspiro.
Me pongo de pie y sigo caminando.