domingo, enero 01, 2006

ese último momento

De a poco, voy cerrando círculos.

Hace un par de horas se acabó Starbucks. Salí con la pechera en la mano y un vaso de passion con frambuesa a medio tomar después de haber colgado una cartita de despedida. Qué buen lugar, a veces. Pero suficiente como para agradecer todo el tiempo que pasé vaporizando leche, entregando cafés y recogiendo vasos, mientras veía oscurecer o granizar de repente, y un par de lluvias con arcoiris. Sí, me dio pena. Pero no tanta. No lloré mientras empujaba la puerta de vidrio.

Casi termino mi pieza. Me falta el viaje a Argentina en febrero, es todo. Y cuando termine quiero vivir sola, encontrar un trabajo donde el dinero sea suficiente como para arrendar un departamentito pequeño. Descubrir cuáles son mis límites, mis normas de convivencia. No las que me han impuesto.

Mientras escribo, se acerca fin de año. Aunque no siento el tiempo como algo posible de medir, sólo es una sucesión de anocheceres y amaneceres, independiente de cuántos días conformen un mes o que ahora tenga veintiuno y no catorce, esta fecha siempre hace que me gane esa nostalgia absurda y que quiera hacer un recuento.

Se me viene a la cabeza el viaje al sur, a buscar a Claudio, el proyecto de programa en que alguna vez trabajamos juntos, las lecturas de tarot en la playa y en Providencia, los helados y los almuerzos y esos domingos en la tarde de clases de astrología. Hasta el día del ritual en que terminé quemando sus fotos y sus tarjetas, escuchando november rain y llorando mil horas, mi año fue Claudio.

Me hice amiga de la Siri, tuve clases de yoga y de Madre Paz, me compré un oráculo de diosas y 'mujeres que corren con los lobos' y mi visión de mí fue cambiando. Hablé con mi papá, después de siete años de silencio. Viajé en el verano a Uruguay y me enamoré un par de veces. En el paseo del ombligo, besé a un arquitecto. Salí un tiempo con un compañero de Starbucks, pero no. Sólo con Sebastián sentí que estaba en algo de verdad, con futuro. Obvio que tampoco. Pero filo. Lo viví y lo viví sin dudas, sin miedo, sin sentir a medias. También besé a Fabián, siempre lo olvido. Y nunca más me llamó. Fui a trabajos de invierno y además de construir casas, me contruí yo un poco más.

Me pierdo en el tiempo y no tengo idea qué pasó antes o después. Pero no dudo que ha sido un año de crecer, de no esconderme y de formar un camino sin dualidad, de frente, de cara a Dios. Siento que estoy en esta vida para aprender. Para convertirme en una persona consciente.

Hoy, cierro un círculo.
Suspiro.
Me pongo de pie y sigo caminando.

1 comentario:

young_supersonic dijo...

QUE BIEN LEER QUE CRECISTE Y SIENTES QUE PESE A LOS INSTANTES DE PENA, AL FINAL TERMINASTE CONSTRUYENDO ALGO EN TI.
OJALÁ ENCUENTRES ESE TRABAJO QUE ANSÍAS Y PUEDAS VIVIR SOLA. PERO ES SOLO POR QUERER SOLTAR UN POCO LAS ALAS O PORQUE NO ENCUENTRAS NADA MOTIVANTE EN TU CASA?
PODRIAS EXPLICARME ESE RITUAL DE LA QUEMAZÓN DE FOTOS. QUIZÁS LO NECESITARÉ SI ES QUE ALGÚN DÍA CIERRO EL CÍRCULO. LEES EL TAROT?
BESOS