miércoles, abril 22, 2009

conservar el asombro

En pijama.
A punto de comer una pizza con barbecue.

Hoy es uno de esos días en que me dan ganas de volver a escribir como cuando era chica, de partir diciendo querido diario, y terminar contándolo todo, hasta el más mínimo (pero nunca insignificante) detalle. Que caminé cantando fuerte canciones viejas y buenas por los parques de Manquehue cuando ya era de noche, que me he vuelto a sacar los zapatos en la calle, a saludar a la gente en las micros, a pasear sin miedo a nada. Que me siento en paz, tranquila conmigo y con el mundo, dispuesta a conocerlo todo, a aprenderlo todo, a vivirlo todo. Que almorcé papas fritas y empanadas fritas y cocacola y en la tarde me tomé un café.

Hoy el mundo es de mil colores. Hoy ha vuelto a aparecer la Carolita, esa parte de mí que es sincera y libre, impulsiva, insensata, alegre, liviana. Es loco pensar que ya van a ser cuatro años desde que empecé mi blog, y me gusta mirar atrás y recordar las historias y los sueños y darme cuenta de quién soy, más allá de dónde esté o cómo me vea. Amo mi vida como nunca antes, tanto como para tener la certeza de que si muriera mañana no sentiría ni un segundo de dolor por el mundo que abandono.

Gracias al universo y a las diosas y a dios por iluminar mi camino.
Amo las mariposas blancas y las hojas secas.
Tengo las manos frías, el pelo suelto y los ojos brillantes.

viernes, abril 17, 2009

la ciudad palpita

Escribo frente a mi nuevo computador, en mi trabajo nuevo.
Desde el lunes me visto de oficina, y me encanta.

Creo que lo mejor de estos cinco días ha sido la posibilidad de romper los prejuicios que siempre habían marcado mi opinión sobre el mundo de los trabajos de nueve a seis. La gente acá es adorable. De verdad. Claro, llevo muy muy poquito y no he hecho, hasta ahora, nada útil. Pero tengo muchas ganas de quedarme para siempre (quién sabe cuánto dura para siempre) y eso es bueno.

Es verdad que he escrito poco. Lo sé y echo de menos sentarme llena de letras a dejar mi testimonio en un papel. O en una pantalla. Pero filo. Sé que ya vendrán más palabras. Por ahora, me limito a disfrutar la vida, cada segundo, a llenarme de historias y personas nuevas, a conocer a cada uno un poquito (y a algunos, un poquito más). Ya tengo a mis preferidos, ya tengo una idea clara de lo que quiero vivir, de lo que quiero aprender, de lo que quiero lograr. Tengo esperanza y fe y muchos muchos sueños por cumplir.

Quiero que sea invierno de una vez y que empiece a llover.
Con Mati tenemos la casa casi lista.
Yo, para variar, entro y salgo del abismo cuando se me da la gana.
Hoy me siento tan, tan feliz.