Me quedé en Santiago.
Por algún motivo, el dinero para Catemu no llegó, y acabo de arrendar tres películas con mi prima y mi hermana, para pasar la noche de sábado. Fui a dejar curriculum al Piola, donde alguna vez me ofrecieron trabajo, pero odié a un señor jefe que gritaba y retaba a todo el mundo. Tomamos cafecito con la Mili y la Trini en la tarde y pasé a saludar a Starbucks. Quedan muy pocos de mis amigos.
Toda la nostalgia del mundo, no sé por qué. Demasiados reencuentros esta semana, quizás. Mil recuerdos. Anoche estuvieron acá la Toña y la Fran y nos comimos un kilo de helado de alfajor. Fue excelente.
Siento que mi vida sigue avanzando, corriendo.
Y tengo ganas de cerrar los ojos y dormir. Dejarme llevar. Bailar mucho, llorar de noche, a gritos, y acurrucarme después. Ir al Cajón del Maipo con la Siri y sentir el pasto mojado, y el río, y el sol sin zapatos.
Me falta aire.
Es como si tuviera pena, pero no.
Quiero ir al cine.
domingo, marzo 19, 2006
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2 comentarios:
HELADO DE ALFAJOR!!! ¿qué onda eso? es nuevo para mí y lo necesito AHORA!
Obvio que no vamos a ver todas las películas...pero igual wenisimo, y wenisimo el Tarot.
Ese sentimiento como de pena, pero que no es pena, me es demasiado familiar. ¡Que desastre!
llegue aqui por Luis Sifuentes
me gusta lo que escribes ..parece que te veo en tu pieza...
yo voy a arrendar peliculas tanbien..
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