Acabo de despertar.
Ayer, cinco para las ocho de la mañana, ya iba tarde a taller. Me subí a la doscientos veinticinco, aunque no me sirve tanto porque tengo que caminar tres cuadras hasta la u, porque fue la primera que pasó. Y filo. Me fui sentada todo el camino, mirando el paisaje. Cuando ya casi eran las ocho y media y todavía me faltaba bajar dos cuadras después y caminar diez minutos, un señor carabinero desvió mi micro. En vez de tomar Santo Domingo, el chofer tuvo que tomar la Alameda, derecho. Qué sé yo por qué. Él tampoco tuvo idea. Así es la ley, fue todo lo que dijo medio murmurando. Y me bajé en la puerta. Y llegué a la hora.
Fue perfecto.
Dios tiene esa manera de hacer las cosas que hace que no quiera cuestionarle nada.
Mis exámenes salieron malos.
Un nódulo y un cálculo, aunque el doctor dice que no me preocupe.
viernes, marzo 31, 2006
jueves, marzo 30, 2006
written somewhere else
Hay veces en que es bueno esuchar las cosas.
En que no basta con uno sienta, o sepa, o crea, sino se agradece que alguien más lo reafirme. Por eso me gusta leer el tarot. Porque las cartas dictan al oído las palabras perfectas en el momento preciso. Así, quien pregunta se da cuenta de que siempre supo su respuesta.
Me gusta leer el tarot porque no se trata de sesiones adivinatorias de futuros lejanos y acciones probables, aunque sea la idea más expandida al respecto, ni de un montón de predicciones absurdas de momentos que, de cualquier forma, sólo ocurrirán en su debido momento.
Me gusta leer el tarot porque a veces, cuando yo no sé cómo ayudar, o cómo expresar eso que alguna vez aprendí y que creo que puede servir, las cartas hablan solas. Y hablan, directo, al corazón de la persona sentada enfrente.
El tarot es un medio de conocimiento, una herramienta, un mapa del camino.
Yo me limito a leer lo que el cielo tiene por decir.
Dos de la mañana en punto.
En cinco horas más, me levanto para taller.
En que no basta con uno sienta, o sepa, o crea, sino se agradece que alguien más lo reafirme. Por eso me gusta leer el tarot. Porque las cartas dictan al oído las palabras perfectas en el momento preciso. Así, quien pregunta se da cuenta de que siempre supo su respuesta.
Me gusta leer el tarot porque no se trata de sesiones adivinatorias de futuros lejanos y acciones probables, aunque sea la idea más expandida al respecto, ni de un montón de predicciones absurdas de momentos que, de cualquier forma, sólo ocurrirán en su debido momento.
Me gusta leer el tarot porque a veces, cuando yo no sé cómo ayudar, o cómo expresar eso que alguna vez aprendí y que creo que puede servir, las cartas hablan solas. Y hablan, directo, al corazón de la persona sentada enfrente.
El tarot es un medio de conocimiento, una herramienta, un mapa del camino.
Yo me limito a leer lo que el cielo tiene por decir.
Dos de la mañana en punto.
En cinco horas más, me levanto para taller.
miércoles, marzo 29, 2006
endless spiral
Hoy me sentí mal.
Terminé bajándome del metro una estación antes de lo que debía para ir al Piola y llamando a mi mamá para que me salvara. Y mientras esperaba a que llegara, sentada en un banquito de Apoquindo, apareció la Celeste que me compró un chocolate. Regalo del cielo, obvio. La mejor manera de sentirse mejor.
Filo, pasé dos horas en la clínica y tengo que hacerme exámenes. Eso es todo. Pero no fui a trabajar y mañana no voy a clases. Una cosa por otra.
Disfruto mi descanso.
Tengo un parche curita en el brazo derecho.
Me saqué los aros y me voy a poner pijama.
Terminé bajándome del metro una estación antes de lo que debía para ir al Piola y llamando a mi mamá para que me salvara. Y mientras esperaba a que llegara, sentada en un banquito de Apoquindo, apareció la Celeste que me compró un chocolate. Regalo del cielo, obvio. La mejor manera de sentirse mejor.
Filo, pasé dos horas en la clínica y tengo que hacerme exámenes. Eso es todo. Pero no fui a trabajar y mañana no voy a clases. Una cosa por otra.
Disfruto mi descanso.
Tengo un parche curita en el brazo derecho.
Me saqué los aros y me voy a poner pijama.
lunes, marzo 27, 2006
nómade
Me mordí el labio y tengo una herida que me arde.
Hoy, camino a misa en el auto de la Toña, me di cuenta de que superé mi crisis.
Estábamos escuchando alguna canción mala de la fmdos y de repente el mundo no daba vueltas. Tampoco necesitaba tomar un camino definitivo, optar por ser monja o libertina el resto de la vida, ni decidir hoy cómo despertar mañana. Y ya no me pesaban los ojos como cuando tengo ganas de llorar.
La prédica fue lo mejor. Ama y haz lo que quieras.
Estoy tranquila otra vez. Contenta. Escuchándome antes de escuchar a alguien más. Es que por ahora no soy capaz de quedarme. Quizás, algún día, me siente en una vereda a ver pasar las horas. Quizás me dé cuenta de que nací para echar raíces y crecer. Quizás me establezca y sepa qué esperar y cuándo.
Pero hoy, mi camino no tiene rumbo fijo.
Terminé de escribir mi guión.
Voy a ver 'Amores perros' mientras tomo leche con cereales.
Hoy, camino a misa en el auto de la Toña, me di cuenta de que superé mi crisis.
Estábamos escuchando alguna canción mala de la fmdos y de repente el mundo no daba vueltas. Tampoco necesitaba tomar un camino definitivo, optar por ser monja o libertina el resto de la vida, ni decidir hoy cómo despertar mañana. Y ya no me pesaban los ojos como cuando tengo ganas de llorar.
La prédica fue lo mejor. Ama y haz lo que quieras.
Estoy tranquila otra vez. Contenta. Escuchándome antes de escuchar a alguien más. Es que por ahora no soy capaz de quedarme. Quizás, algún día, me siente en una vereda a ver pasar las horas. Quizás me dé cuenta de que nací para echar raíces y crecer. Quizás me establezca y sepa qué esperar y cuándo.
Pero hoy, mi camino no tiene rumbo fijo.
Terminé de escribir mi guión.
Voy a ver 'Amores perros' mientras tomo leche con cereales.
sábado, marzo 25, 2006
que digan lo que quieran
En pijama y despeinada porque bailé mucho rato arriba de la cama.
Me voy a levantar para salir.
Alguien dijo hace poco, textual, que mi blog era un montón de anécdotas absurdas y detalles insignificantes. Y ahora que acabo de hacer un recuento de todos los meses que han pasado desde que me senté por primera vez frente a esta pantallita que dice redactar, creo que por eso él nunca me pudo querer.
Mi blog soy yo. Es un montón de mí. Un diario de vida que antes escribía en papel y ahora en teclado. Pero no hay nada que escriba que no sea, en el momento, lo más trascendente.
Es lo que hay.
Letras sobre cómo entro y salgo de crisis, o qué tan rico estaba el chocolate que tenía ganas de comer, o con cuánta pena lloro, qué sabor tienen las lágrimas, qué canción no me dejó bajar de la micro cuando debía, cómo me vestí y por qué, hacia dónde voy, qué soñé y qué me dijo el tarot, dónde carretié, cuáles son mis miedos, las prédicas de misa los domingos, las conversaciones con la Toña, los almuerzos con Marcos, el encuentro con Paul, el corto con la Mili, los recuerdos de Claudio, las historias de la Chica, y mis miles de amores y desamores y creencias y desencantos.
Escribo para mí.
Publico para que me lean.
No soy más que quien muestro que soy.
Me voy a levantar para salir.
Alguien dijo hace poco, textual, que mi blog era un montón de anécdotas absurdas y detalles insignificantes. Y ahora que acabo de hacer un recuento de todos los meses que han pasado desde que me senté por primera vez frente a esta pantallita que dice redactar, creo que por eso él nunca me pudo querer.
Mi blog soy yo. Es un montón de mí. Un diario de vida que antes escribía en papel y ahora en teclado. Pero no hay nada que escriba que no sea, en el momento, lo más trascendente.
Es lo que hay.
Letras sobre cómo entro y salgo de crisis, o qué tan rico estaba el chocolate que tenía ganas de comer, o con cuánta pena lloro, qué sabor tienen las lágrimas, qué canción no me dejó bajar de la micro cuando debía, cómo me vestí y por qué, hacia dónde voy, qué soñé y qué me dijo el tarot, dónde carretié, cuáles son mis miedos, las prédicas de misa los domingos, las conversaciones con la Toña, los almuerzos con Marcos, el encuentro con Paul, el corto con la Mili, los recuerdos de Claudio, las historias de la Chica, y mis miles de amores y desamores y creencias y desencantos.
Escribo para mí.
Publico para que me lean.
No soy más que quien muestro que soy.
viernes, marzo 24, 2006
work hard
Tengo los ojos manchados con rímel.
El pelo amarrado.
Los pies quietos en el suelo.
Desde que desperté, hace veinte horas exactas, recién puedo sentarme tranquila y no pensar en cuánto falta para hacer qué.
Taller [colapso general porque las notas no estaban listas y Osvaldo tuvo miedo, pero salimos muy lindo del paso y Felipe dio a conocer su capacidad de hablar de deportes sin detenerse a pensar en lo que tiene que decir].
Cierro los ojos mientras bostezo otra vez. Apoyo la cabeza en mi mano izquierda.
Estoy cansada y feliz.
Apagué mi celular.
No me pienso levantar mañana.
El pelo amarrado.
Los pies quietos en el suelo.
Desde que desperté, hace veinte horas exactas, recién puedo sentarme tranquila y no pensar en cuánto falta para hacer qué.
Taller [colapso general porque las notas no estaban listas y Osvaldo tuvo miedo, pero salimos muy lindo del paso y Felipe dio a conocer su capacidad de hablar de deportes sin detenerse a pensar en lo que tiene que decir].
Piola [llenísimo, gente que empezó a comer a las doce y media de la noche, mesas esperando a que se desocuparan otras, reservas, hola, buenas noches, chao, gracias, cuidate, vuelve].
Mal de amores [ya casi había que devolverlo y cómo dejar a Ángeles a medias, terminó muy bien además, me encantan los finales felices].
Cierro los ojos mientras bostezo otra vez. Apoyo la cabeza en mi mano izquierda.
Estoy cansada y feliz.
Apagué mi celular.
No me pienso levantar mañana.
miércoles, marzo 22, 2006
when i'm gone
Quiero estar sola.
Desaparecer del mundo, apagar el celular, el computador, la música que siempre escucho tan fuerte cuando no tengo ganas de escuchar nada más. Dejar de pensar. De cuestionarme. De darme cuenta que todavía me falta tanto y que ni siquiera sé si estoy siguiendo mi camino.
Es mi sol en Sagitario. Son mis hormonas, todos los días. Las ganas de llorar sin motivo. La certeza de que no soy capaz de quedarme quieta porque no encuentro mi lugar y quizás no lo encuentre nunca porque no hay un lugar donde esté totalmente a gusto. Porque no soy capaz de sentarme y decir sí, ahora me comprometo, ahora cumplo y respondo y me entrego para siempre.
¿Existe un para siempre? ¿Existe despertar todos los días y sentir que no hay más por aprender, que el camino está completo, que ya no es necesario moverse más, ni seguir avanzando sin rumbo fijo, por el gusto de avanzar, de conocer, de sentir que cada persona, cada lugar, cada momento es un mundo por descubrir?
Me da miedo pensar en ese día en que lo cotidiano se convierte en rutina, en que ya no queda capacidad de asombro, en que se pierde la magia de los detalles más simples.
Me da miedo esta sensación de que no sólo me basta el silencio, sino se convierte en la necesidad más imperiosa cuando quiero ser completamente feliz.
Me da miedo la plenitud de la soledad.
Escribir siempre es mi catarsis.
Escucho el soundtrack de Amélie.
Como un pedacito de chocolate.
Desaparecer del mundo, apagar el celular, el computador, la música que siempre escucho tan fuerte cuando no tengo ganas de escuchar nada más. Dejar de pensar. De cuestionarme. De darme cuenta que todavía me falta tanto y que ni siquiera sé si estoy siguiendo mi camino.
Es mi sol en Sagitario. Son mis hormonas, todos los días. Las ganas de llorar sin motivo. La certeza de que no soy capaz de quedarme quieta porque no encuentro mi lugar y quizás no lo encuentre nunca porque no hay un lugar donde esté totalmente a gusto. Porque no soy capaz de sentarme y decir sí, ahora me comprometo, ahora cumplo y respondo y me entrego para siempre.
¿Existe un para siempre? ¿Existe despertar todos los días y sentir que no hay más por aprender, que el camino está completo, que ya no es necesario moverse más, ni seguir avanzando sin rumbo fijo, por el gusto de avanzar, de conocer, de sentir que cada persona, cada lugar, cada momento es un mundo por descubrir?
Me da miedo pensar en ese día en que lo cotidiano se convierte en rutina, en que ya no queda capacidad de asombro, en que se pierde la magia de los detalles más simples.
Me da miedo esta sensación de que no sólo me basta el silencio, sino se convierte en la necesidad más imperiosa cuando quiero ser completamente feliz.
Me da miedo la plenitud de la soledad.
Escribir siempre es mi catarsis.
Escucho el soundtrack de Amélie.
Como un pedacito de chocolate.
martes, marzo 21, 2006
la historia de mi vida
Escribo desde mi clase de interactiva.
En la mañana, en vez de bajar de la micro en la puerta de la universidad, seguí de largo mil horas por la Alameda, culpa de Ángeles Mastretta y ese libro donde la gente se ama, que me distrajo hasta que se me olvidó mirar el paisaje. Caminé toda sonriente a la corrección de taller, aunque peleé un poco con el profesor. Me saqué un seis. Aplausos para mí.
Ayer trabajé y me encantó. El lugar, la gente, la forma de relacionarse. Ese sentirme parte de algo aunque todavía no lo sea.
Siento que estoy de pie enfrente de un abismo. Otra vez. Y si no cierro los ojos y salto, me acuesto a llorar y escribir y leer y ver películas para siempre.
Sí, yo pedí un fast forward. Pero no sé hasta qué punto soy capaz de mantener el ritmo.
Qué quiero.
No tengo idea.
Está empezando Amélie.
En la mañana, en vez de bajar de la micro en la puerta de la universidad, seguí de largo mil horas por la Alameda, culpa de Ángeles Mastretta y ese libro donde la gente se ama, que me distrajo hasta que se me olvidó mirar el paisaje. Caminé toda sonriente a la corrección de taller, aunque peleé un poco con el profesor. Me saqué un seis. Aplausos para mí.
Ayer trabajé y me encantó. El lugar, la gente, la forma de relacionarse. Ese sentirme parte de algo aunque todavía no lo sea.
Siento que estoy de pie enfrente de un abismo. Otra vez. Y si no cierro los ojos y salto, me acuesto a llorar y escribir y leer y ver películas para siempre.
Sí, yo pedí un fast forward. Pero no sé hasta qué punto soy capaz de mantener el ritmo.
Qué quiero.
No tengo idea.
Está empezando Amélie.
lunes, marzo 20, 2006
dancing alone
Tengo trabajo.
Prometo no cuestionar jamás las decisiones divinas. Por algo me quedé en Santiago, terminé mi pieza al fin, tuve dos lecturas de tarot hoy en vez del viernes, la prédica de Juan Andrés me aclaró tantas cosas, y me llamaron para una entrevista urgente hace exactamente cuatro horas por un curriculum que dejé ayer.
Nada de eso hubiera pasado en Catemu.
Mañana parto, aunque si me quedo o no depende de qué tan bien o mal lo haga.
Doy gracias a Dios.
Me río sola y tengo ganas de bailar.
Prometo no cuestionar jamás las decisiones divinas. Por algo me quedé en Santiago, terminé mi pieza al fin, tuve dos lecturas de tarot hoy en vez del viernes, la prédica de Juan Andrés me aclaró tantas cosas, y me llamaron para una entrevista urgente hace exactamente cuatro horas por un curriculum que dejé ayer.
Nada de eso hubiera pasado en Catemu.
Mañana parto, aunque si me quedo o no depende de qué tan bien o mal lo haga.
Doy gracias a Dios.
Me río sola y tengo ganas de bailar.
domingo, marzo 19, 2006
otro día más
Me quedé en Santiago.
Por algún motivo, el dinero para Catemu no llegó, y acabo de arrendar tres películas con mi prima y mi hermana, para pasar la noche de sábado. Fui a dejar curriculum al Piola, donde alguna vez me ofrecieron trabajo, pero odié a un señor jefe que gritaba y retaba a todo el mundo. Tomamos cafecito con la Mili y la Trini en la tarde y pasé a saludar a Starbucks. Quedan muy pocos de mis amigos.
Toda la nostalgia del mundo, no sé por qué. Demasiados reencuentros esta semana, quizás. Mil recuerdos. Anoche estuvieron acá la Toña y la Fran y nos comimos un kilo de helado de alfajor. Fue excelente.
Siento que mi vida sigue avanzando, corriendo.
Y tengo ganas de cerrar los ojos y dormir. Dejarme llevar. Bailar mucho, llorar de noche, a gritos, y acurrucarme después. Ir al Cajón del Maipo con la Siri y sentir el pasto mojado, y el río, y el sol sin zapatos.
Me falta aire.
Es como si tuviera pena, pero no.
Quiero ir al cine.
Por algún motivo, el dinero para Catemu no llegó, y acabo de arrendar tres películas con mi prima y mi hermana, para pasar la noche de sábado. Fui a dejar curriculum al Piola, donde alguna vez me ofrecieron trabajo, pero odié a un señor jefe que gritaba y retaba a todo el mundo. Tomamos cafecito con la Mili y la Trini en la tarde y pasé a saludar a Starbucks. Quedan muy pocos de mis amigos.
Toda la nostalgia del mundo, no sé por qué. Demasiados reencuentros esta semana, quizás. Mil recuerdos. Anoche estuvieron acá la Toña y la Fran y nos comimos un kilo de helado de alfajor. Fue excelente.
Siento que mi vida sigue avanzando, corriendo.
Y tengo ganas de cerrar los ojos y dormir. Dejarme llevar. Bailar mucho, llorar de noche, a gritos, y acurrucarme después. Ir al Cajón del Maipo con la Siri y sentir el pasto mojado, y el río, y el sol sin zapatos.
Me falta aire.
Es como si tuviera pena, pero no.
Quiero ir al cine.
viernes, marzo 17, 2006
if tomorrow never comes
Leche con café y pan con palta.
Acabo de despertar.
Después de 'Mi vida sin mí', ayer mientras conversaba con Nacho en la reunión, me di cuenta que puedo morir hoy.
Sí, quiero hacer mil cosas. Conocer mil lugares. Vivir mil experiencias.
Pero no tengo nada pendiente.
Si muero hoy, me llevo recuerdos de grandes amores, de tardes de lluvia, de playas vacías, de cafés con ventanales y mesas redondas chiquititas. Me llevo una pieza verde limón, una montaña de libros, lo dulce de un chocolate por día, [excepto el mes en que hice la apuesta con Esteban y gané], un curso completo de sábados de tarot de mujeres. Me llevo las noches en vela de mi mamá, el ejemplo de mi hermana, la ausencia de mi padre, la vida prodigiosa y llena de curvas de mi hermano mayor, las tardes de domingo de mi prima.
Y me llevo la ilusión.
Los sueños de la última semana.
La certeza de un encuentro con Dios.
Si muero hoy, muero en paz. Eso es todo.
Acabo de despertar.
Después de 'Mi vida sin mí', ayer mientras conversaba con Nacho en la reunión, me di cuenta que puedo morir hoy.
Sí, quiero hacer mil cosas. Conocer mil lugares. Vivir mil experiencias.
Pero no tengo nada pendiente.
Si muero hoy, me llevo recuerdos de grandes amores, de tardes de lluvia, de playas vacías, de cafés con ventanales y mesas redondas chiquititas. Me llevo una pieza verde limón, una montaña de libros, lo dulce de un chocolate por día, [excepto el mes en que hice la apuesta con Esteban y gané], un curso completo de sábados de tarot de mujeres. Me llevo las noches en vela de mi mamá, el ejemplo de mi hermana, la ausencia de mi padre, la vida prodigiosa y llena de curvas de mi hermano mayor, las tardes de domingo de mi prima.
Y me llevo la ilusión.
Los sueños de la última semana.
La certeza de un encuentro con Dios.
Si muero hoy, muero en paz. Eso es todo.
jueves, marzo 16, 2006
such great heights
Odio el olor a marihuana.
Sobre todo cuando es de noche, voy caminando por Colón y alcanzo a distinguirlo justo antes que tres tipos con cara de haber fumado hasta que le dio alergia me griten reina, a dónde va tan sola.
Es lo peor.
Antes de eso entrevisté a Willy Semler en la u y tomé una micro a mi casa, claro que en vez me fui a la casa de Jose que me llamó apenas acababa de subir. Conversamos, comimos torta de chocolate y le conté de Paul. De hecho, entramos a su blog, leí su comentario y fui muy feliz mucho rato.
Igual me equivoqué en la entrevista. Levanté la botella de vino cuando no debía, se me olvidó lo que tenía que decir mientras veíamos el trailer de ‘Fuga’, próximamente en cines, y le cambié dos veces el nombre al programa. Pero me encanta la tele. No hay nada que hacer.
Mañana, reunión donde la Siri.
Y si Krishna manda laksmi, se viene el cumpleaños de Guru Deva.
Quiero ver a Paul.
Sobre todo cuando es de noche, voy caminando por Colón y alcanzo a distinguirlo justo antes que tres tipos con cara de haber fumado hasta que le dio alergia me griten reina, a dónde va tan sola.
Es lo peor.
Antes de eso entrevisté a Willy Semler en la u y tomé una micro a mi casa, claro que en vez me fui a la casa de Jose que me llamó apenas acababa de subir. Conversamos, comimos torta de chocolate y le conté de Paul. De hecho, entramos a su blog, leí su comentario y fui muy feliz mucho rato.
Igual me equivoqué en la entrevista. Levanté la botella de vino cuando no debía, se me olvidó lo que tenía que decir mientras veíamos el trailer de ‘Fuga’, próximamente en cines, y le cambié dos veces el nombre al programa. Pero me encanta la tele. No hay nada que hacer.
Mañana, reunión donde la Siri.
Y si Krishna manda laksmi, se viene el cumpleaños de Guru Deva.
Quiero ver a Paul.
miércoles, marzo 15, 2006
pequeños sueños
Un día dulce.
Me desperté antes de las siete sin nada de sueño, salí con tiempo y la micro no iba tan llena, llegué a la hora a corrección de taller, me saqué un 5,8 como conductora, pasé a buscar a Paul al metro y vinimos a mi casa a tomar desayuno, conversamos, le leí un poco el tarot, escuchamos su música y nos reímos de la mía y nos despedimos antes de bajar cada uno a un lado del metro, almorcé con Marcos en un restaurant de sushi hablando de cine, después de Interactiva caminé a arrendar 'Mi vida sin mí' cantando Hare Krishna y pisando miles de hojas secas, vi el noticiero de la u con mi familia y comí queque de chocolate.
Además casi termino 'El guardián entre el centeno' y Paul me regaló una cadena que era suya y que ahora llevo en mi muñeca izquierda con una uñeta plateada que tiene grabado su nombre y se balancea mientras escribo.
Está todo bien.
Escucho Astor Piazzolla.
Sonrío.
Me desperté antes de las siete sin nada de sueño, salí con tiempo y la micro no iba tan llena, llegué a la hora a corrección de taller, me saqué un 5,8 como conductora, pasé a buscar a Paul al metro y vinimos a mi casa a tomar desayuno, conversamos, le leí un poco el tarot, escuchamos su música y nos reímos de la mía y nos despedimos antes de bajar cada uno a un lado del metro, almorcé con Marcos en un restaurant de sushi hablando de cine, después de Interactiva caminé a arrendar 'Mi vida sin mí' cantando Hare Krishna y pisando miles de hojas secas, vi el noticiero de la u con mi familia y comí queque de chocolate.
Además casi termino 'El guardián entre el centeno' y Paul me regaló una cadena que era suya y que ahora llevo en mi muñeca izquierda con una uñeta plateada que tiene grabado su nombre y se balancea mientras escribo.
Está todo bien.
Escucho Astor Piazzolla.
Sonrío.
lunes, marzo 13, 2006
my sweet lord
Quiero una religión.
El sábado estuve en el templo Hare Krishna de Valparaiso, cantando en la calle con los devotos, escuchando predicar a Guru Deva y comiendo prasadam. Cuando me preguntaron desde cuándo era devota, yo respondí que no soy. Y la persona que me preguntó, sonrío. Como sabiendo algo de lo que no me he dado cuenta.
Ayer fui a misa. Me senté adelante, en la alfombra del suelo frente al altar. En la prédica, Juan Andrés hizo una sola pregunta. Cuánto de mí entrego a Dios. Quedé totalmente en silencio, respondiendo que muy poco. Y casi lloro mientras comulgaba, porque mi cabeza no deja de dar vueltas.
Creo en todo. Creo, porque no tengo dudas del amor que rige al mundo. Pero no sé cómo canalizarlo. Me cuesta tomar una decisión, para adoptar una forma de fe. Y, por otra parte, lo necesito. Caos.
Es que soy devota de Jesús, de Krishna, de la Diosa, de la Tierra. Quiero seguir un camino que no implique dejar de lado los demás.
Por ahora, me levanto para ir a clases.
Por lo menos ya no me duele la cabeza.
El sábado estuve en el templo Hare Krishna de Valparaiso, cantando en la calle con los devotos, escuchando predicar a Guru Deva y comiendo prasadam. Cuando me preguntaron desde cuándo era devota, yo respondí que no soy. Y la persona que me preguntó, sonrío. Como sabiendo algo de lo que no me he dado cuenta.
Ayer fui a misa. Me senté adelante, en la alfombra del suelo frente al altar. En la prédica, Juan Andrés hizo una sola pregunta. Cuánto de mí entrego a Dios. Quedé totalmente en silencio, respondiendo que muy poco. Y casi lloro mientras comulgaba, porque mi cabeza no deja de dar vueltas.
Creo en todo. Creo, porque no tengo dudas del amor que rige al mundo. Pero no sé cómo canalizarlo. Me cuesta tomar una decisión, para adoptar una forma de fe. Y, por otra parte, lo necesito. Caos.
Es que soy devota de Jesús, de Krishna, de la Diosa, de la Tierra. Quiero seguir un camino que no implique dejar de lado los demás.
Por ahora, me levanto para ir a clases.
Por lo menos ya no me duele la cabeza.
sábado, marzo 11, 2006
un loco equis
Fue todo menos común.
Fue encontrarnos en la puerta de uno de mis lugares preferidos y mirarlo y reconocerlo, ¿se puede reconocer a quien no se conoce?, por esos dos aritos casi juntos y el kunti que tantas veces he visto en el cuello de mi hermano.
Fue sentarnos y hablar. Y de repente estar en silencio. Subirnos a un árbol. Caminar hasta la Alameda. Encontrar detalles, el ascensor hasta un piso doce, un café lleno de libros, ese vaso de jugo con agua mineral y el otro vacío, donde se derritieron dos hielos al lado de un barco de papel.
Fue pasar tres horas, casi cuatro, en un ratito.
Fue loco, fue lindo, fue todo.
Escucho No Doubt.
Fue encontrarnos en la puerta de uno de mis lugares preferidos y mirarlo y reconocerlo, ¿se puede reconocer a quien no se conoce?, por esos dos aritos casi juntos y el kunti que tantas veces he visto en el cuello de mi hermano.
Fue sentarnos y hablar. Y de repente estar en silencio. Subirnos a un árbol. Caminar hasta la Alameda. Encontrar detalles, el ascensor hasta un piso doce, un café lleno de libros, ese vaso de jugo con agua mineral y el otro vacío, donde se derritieron dos hielos al lado de un barco de papel.
Fue pasar tres horas, casi cuatro, en un ratito.
Fue loco, fue lindo, fue todo.
Escucho No Doubt.
viernes, marzo 10, 2006
good night and good luck
Amo mi carrera.
Y eso que la odio, a veces. Pero hoy me tocó conducir un noticiero para taller y aluciné. Me di cuenta de cuánto me gustan las cámaras, las luces, la satisfacción de un trabajo bien hecho después de diez horas de colapso sin ganas de comer nada.
Me fui toda la micro camino a la casa de la Siri flotando.
Sigo flotando ahora.
Todavía disfrazada de periodista.
Y eso que la odio, a veces. Pero hoy me tocó conducir un noticiero para taller y aluciné. Me di cuenta de cuánto me gustan las cámaras, las luces, la satisfacción de un trabajo bien hecho después de diez horas de colapso sin ganas de comer nada.
Me fui toda la micro camino a la casa de la Siri flotando.
Sigo flotando ahora.
Todavía disfrazada de periodista.
miércoles, marzo 08, 2006
game over
Se acabó.
Fue la conversación final de una historia que duró dos años. El cierre de un ciclo. La última vez que le hablé desde un corazón medio enamorado, medio roto y lleno de ilusiones hasta decir basta.
No hubo música de fondo. No hubo beso de despedida. No hubo lágrimas.
Siento que terminó el antes de mi vida. Un tiempo de aprender de a dos, pero sola. Que ahora no tengo amarras. Que soy libre.
Fui al gimnasio y canté todo el camino.
Miré el mundo al revés, acostada en el pasto.
En el cielo celeste había una sola nube blanca.
Fue la conversación final de una historia que duró dos años. El cierre de un ciclo. La última vez que le hablé desde un corazón medio enamorado, medio roto y lleno de ilusiones hasta decir basta.
No hubo música de fondo. No hubo beso de despedida. No hubo lágrimas.
Siento que terminó el antes de mi vida. Un tiempo de aprender de a dos, pero sola. Que ahora no tengo amarras. Que soy libre.
Fui al gimnasio y canté todo el camino.
Miré el mundo al revés, acostada en el pasto.
En el cielo celeste había una sola nube blanca.
lunes, marzo 06, 2006
sister sister
Escucho if it makes you happy.
Me propongo escribir sobre la Chica.
Tomo aire y empiezo.
Cuando recién nació, ocho horas después de que mi mamá hubiera entrado a la sala de parto, la miré por una ventanita de la clínica. Yo tenía siete años y medio, pieza sola y el pelo castaño claro. Un poco por mi culpa en vez de María Isidora, se llamó Isidora Carolina.
Ha pasado el tiempo y nos ha pasado de todo. Un papá que se fue, cartas y peleas y cumpleaños, abrazos y almuerzos de domingo, videos familiares que hacen que nos de risa juntas. Una casa. Un colegio. Hemos compartido la vida, al principio más de lejos, cada vez más cerca.
Cuando la Chica era chica, le gustaba jugar con mis cosas. Perdía las piezas de mis puzzles, rompía mis muñecas y lloraba a gritos cuando llegaban mis amigas y no quería que ella estuviera con nosotras. Siempre fue mal genio. Peleadora. Sincera. Valiente. Me gustaba prepararle la mamadera. A veces la mudaba. Pero después de ver 'la profecía' igual revisé que no tuviera números en ninguna parte del cuerpo. Qué miedo.
Cuando la Chica era un poco más grande, pasábamos las tardes viendo Sailor Moon y jugando a disfrazarnos. Hacíamos fogatas en el patio, bailábamos Backstreet Boys, llamábamos por teléfono al señor Toro para preguntarle por la vaca. Compartimos pieza, un tiempo. Teníamos cubrecamas iguales, celestes con florcitas, y las paredes blancas rayadas con lápices de color.
Ahora que la Chica es grande, somos amigas. Ella me cuenta sus historias y romances. Yo le cuento de lo que me acuerdo cuando tenía trece. Ella inventa idiomas, escribe precioso y aprende rápido. Yo me río, dejo que me conozca mucho, y a veces le trato de explicar cosas que ya sabe.
Admiro a mi hermana. Es la persona que yo nunca me atreví a ser. La Chica dice las cosas a la cara y siempre mira de frente. No se esconde, no sale corriendo, no deja que el miedo la paralice. Lucha. Se defiende. Cree. Tiene ideales y conceptos de vida propios. Y aunque a veces nos odiamos y no estamos de acuerdo y no entendemos nada, es inevitable que terminemos saltando arriba de la cama con esta canción de fondo.
La Chica es lo mejor que me ha pasado.
La compañía más fiel.
Mi más grande ejemplo de vida.
Me propongo escribir sobre la Chica.
Tomo aire y empiezo.
Cuando recién nació, ocho horas después de que mi mamá hubiera entrado a la sala de parto, la miré por una ventanita de la clínica. Yo tenía siete años y medio, pieza sola y el pelo castaño claro. Un poco por mi culpa en vez de María Isidora, se llamó Isidora Carolina.
Ha pasado el tiempo y nos ha pasado de todo. Un papá que se fue, cartas y peleas y cumpleaños, abrazos y almuerzos de domingo, videos familiares que hacen que nos de risa juntas. Una casa. Un colegio. Hemos compartido la vida, al principio más de lejos, cada vez más cerca.
Cuando la Chica era chica, le gustaba jugar con mis cosas. Perdía las piezas de mis puzzles, rompía mis muñecas y lloraba a gritos cuando llegaban mis amigas y no quería que ella estuviera con nosotras. Siempre fue mal genio. Peleadora. Sincera. Valiente. Me gustaba prepararle la mamadera. A veces la mudaba. Pero después de ver 'la profecía' igual revisé que no tuviera números en ninguna parte del cuerpo. Qué miedo.
Cuando la Chica era un poco más grande, pasábamos las tardes viendo Sailor Moon y jugando a disfrazarnos. Hacíamos fogatas en el patio, bailábamos Backstreet Boys, llamábamos por teléfono al señor Toro para preguntarle por la vaca. Compartimos pieza, un tiempo. Teníamos cubrecamas iguales, celestes con florcitas, y las paredes blancas rayadas con lápices de color.
Ahora que la Chica es grande, somos amigas. Ella me cuenta sus historias y romances. Yo le cuento de lo que me acuerdo cuando tenía trece. Ella inventa idiomas, escribe precioso y aprende rápido. Yo me río, dejo que me conozca mucho, y a veces le trato de explicar cosas que ya sabe.
Admiro a mi hermana. Es la persona que yo nunca me atreví a ser. La Chica dice las cosas a la cara y siempre mira de frente. No se esconde, no sale corriendo, no deja que el miedo la paralice. Lucha. Se defiende. Cree. Tiene ideales y conceptos de vida propios. Y aunque a veces nos odiamos y no estamos de acuerdo y no entendemos nada, es inevitable que terminemos saltando arriba de la cama con esta canción de fondo.
La Chica es lo mejor que me ha pasado.
La compañía más fiel.
Mi más grande ejemplo de vida.
viernes, marzo 03, 2006
summer sunshine
Bostezo.
Tengo el pelo amarrado a medias con un pinche fucsia. Estoy en camisa de dormir, sin aros, recién sonó mi teléfono y desperté conversando con la Siri. Ayer nos juntamos con muchas personas en su casa y fue lindo. Hablamos de la vida. Del dolor, de la culpa, de las relaciones. Me encantan los lugares donde no es obligación poner un tema absurdo para generar confianza y hablar en serio. Es mejor que no se malgasten las palabras.
La Chica ya está vestida, polera negra, tirada en mi cama, y le acabo de contar que yo di mi primer beso. Tenía trece años, estaba en una fiesta de colegio y la canción de fondo 'Juego de seducción', de Soda. Él me lo pidió, pero yo me acerqué. Me llevo todo el mérito. Una mujer con iniciativa.
Estoy contenta. Tranquila. Tomando agüita de algo, a ver si me mejoro del colon y gastritis, producto, solamente, de un colapso emocional la noche antes de viajar de vuelta a Santiago.
Ocho años de experiencia laboral.
Suena muy loco.
Pero es cierto.
Tengo el pelo amarrado a medias con un pinche fucsia. Estoy en camisa de dormir, sin aros, recién sonó mi teléfono y desperté conversando con la Siri. Ayer nos juntamos con muchas personas en su casa y fue lindo. Hablamos de la vida. Del dolor, de la culpa, de las relaciones. Me encantan los lugares donde no es obligación poner un tema absurdo para generar confianza y hablar en serio. Es mejor que no se malgasten las palabras.
La Chica ya está vestida, polera negra, tirada en mi cama, y le acabo de contar que yo di mi primer beso. Tenía trece años, estaba en una fiesta de colegio y la canción de fondo 'Juego de seducción', de Soda. Él me lo pidió, pero yo me acerqué. Me llevo todo el mérito. Una mujer con iniciativa.
Estoy contenta. Tranquila. Tomando agüita de algo, a ver si me mejoro del colon y gastritis, producto, solamente, de un colapso emocional la noche antes de viajar de vuelta a Santiago.
Ocho años de experiencia laboral.
Suena muy loco.
Pero es cierto.
jueves, marzo 02, 2006
if it makes you happy
Lo peor es la gente que habla en el cine.
Acabo de llegar, con la Toña fuimos a ver 'Brokeback Mountain'. Yo la amé. Ella la odió. Obvio. Atrás de nosotras estaba sentada una mina que se pasó comentando lo bonitas que eran las ovejas. Y, un poco más allá, una señora que no apagó su celular y lo contestó en la mitad de la película, sala número nueve llena y fila de quince minutos en el Alto Las Condes. Me carga ese mall. Filo, la Toña tenía mucho descuento y yo muy poco dinero. Para variar.
No tengo problemas ni prejuicios con los homosexuales. Quizás antes, cuando no me había tocado compartir con ninguno, aparecía en mi mente esta imagen idealizada de un millón de gays glamorosos que se tiñen rubios y toman champaña. Ahora no. Hay de todo, como en todas partes.
Creo que cada persona es libre de vivir su sexualidad como le parezca. No es mi camino. No me enamoraría de una mujer. Pero tampoco juzgo a quienes enfrentan al mundo sí, soy gay y qué. No comprendo a los que se esconden, aunque siempre es más fácil escapar, supongo, pero por qué de uno mismo. Admiro a quienes sacan la cara por defender su libertad.
Uno es lo que es, y qué importa si nadie más lo entiende.
Tengo sed.
Voy a tomar jugo antes de dormir.
Acabo de llegar, con la Toña fuimos a ver 'Brokeback Mountain'. Yo la amé. Ella la odió. Obvio. Atrás de nosotras estaba sentada una mina que se pasó comentando lo bonitas que eran las ovejas. Y, un poco más allá, una señora que no apagó su celular y lo contestó en la mitad de la película, sala número nueve llena y fila de quince minutos en el Alto Las Condes. Me carga ese mall. Filo, la Toña tenía mucho descuento y yo muy poco dinero. Para variar.
No tengo problemas ni prejuicios con los homosexuales. Quizás antes, cuando no me había tocado compartir con ninguno, aparecía en mi mente esta imagen idealizada de un millón de gays glamorosos que se tiñen rubios y toman champaña. Ahora no. Hay de todo, como en todas partes.
Creo que cada persona es libre de vivir su sexualidad como le parezca. No es mi camino. No me enamoraría de una mujer. Pero tampoco juzgo a quienes enfrentan al mundo sí, soy gay y qué. No comprendo a los que se esconden, aunque siempre es más fácil escapar, supongo, pero por qué de uno mismo. Admiro a quienes sacan la cara por defender su libertad.
Uno es lo que es, y qué importa si nadie más lo entiende.
Tengo sed.
Voy a tomar jugo antes de dormir.
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