Ayer hablé con Claudio.
Por messenger eso sí, que jamás será lo mismo ni parecido que una conversación en persona, de frente, mirándose a los ojos. Me acuerdo que antes, hace dos años o uno incluso, me escapaba cuando podía de hablar y me dedicaba a escribir. Cartas, cuadernos, lo que fuera con tal de no sentir ese dolor de guata con mariposas que me viene a veces cuando los temas son demasiado importantes.
Pero ya no. Al revés. Ahora escribo para mí. Cuando digo algo, prefiero la cercanía. Saber que las palabras no bastan y que, al contrario, por lo general sobran.
No sé a dónde iremos, o si iremos hacia alguna parte.
No me preocupa tampoco.
Por ahora, paciencia.
Y un plato de cereales con leche antes de ir a trabajar.
sábado, enero 07, 2006
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